sábado, 5 de enero de 2019

EDUCANDO PARA LA LIBERTAD LATINOAMERICANA


   Carlos Tünnerman Bernheim desarrolla en “Panorama general sobre la filosofía de la educación” los aportes pedagógicos de diferentes pensadores. Tomando su texto como material de apoyo, en este trabajo se intentará analizar y comparar las ideas de tres pensadores latinoamericanos: José Martí, Simón Bolivar y Domingo F. Sarmiento.
   José Martí concibe a la educación como una tarea prioritaria de los pueblos y de los gobiernos. Sólo a través de la educación los países pueden alcanzar grandeza, prosperidad y libertad, decía. Agregaba que un pueblo instruido será siempre fuerte y libre. El pueblo más feliz, para Martí, será el que tenga mejor educados a sus hijos tanto en la instrucción del pensamiento como en la dirección de sus sentimientos.
   Para Martí (Bernheim, 2008) “Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente hasta el día en que muere; es ponerlo al nivel de su tiempo; es prepararlo para la vida”. En esta concepción de las finalidades de la educación Bernheim plantea que Martí plasma una visión que se corresponde a visiones muy actuales de la educación. Hoy en día la UNESCO avala que “educar es preparar al hombre para la vida”.
   Para Bernheim (2008), Martí se anticipó a su tiempo con el concepto actual de educación permanente puesto que decía que la educación comienza con la vida y no termina hasta la muerte. Es decir, que fue uno de los pioneros en pensar una educación pensada para todas las etapas del desarrollo humano. En 1875 escribió que la educación no es fructífera a menos que sea continua y constante.
   En un artículo para el diario La Nación de Buenos Aires publicado en 1886, Martí criticó a las escuelas de la época. Allí sostuvo que las escuelas eran talleres de memorizar, en donde los niños languidecen año tras año “en estériles deletreos, mapas y cuentas”. Criticó la autorización de los castigos corporales y la falta de cariño entre maestras y alumnos. Consideraba que  la enseñanza tenía que ser un acto de infinito amor y despreciaba la violencia que allí se ejercía.
   Al mismo tiempo que desarrolla su inteligencia, el educando debe desarrollar sus cualidades de amor y de pasión. La instrucción primaria debía cambiar, pues Martí pensaba que debía pasar de ser verbal a experimental, de retórica a científica y que tenía que enseñarse al mismo tiempo que el abecedario de las palabras, el abecedario de la naturaleza. Además, creía de suma importancia que se formasen hombres buenos, útiles y libres en toda América.
   Bernheim (2008) resalta la distinción que hace Martí entre instrucción y educación. Mientras que la instrucción hace referencia a los pensamientos la educación guarda estrecha relación con los sentimientos. Ambas deben darse en forma conjunta puesto que la inteligencia realza a la moral.
   La educación práctica y la formación espiritual también debían desarrollarse en forma conjunta. Martí consideraba a la escuela una fragua de espíritus. En cuanto a la educación, Bernheim (2008) expone que Martí  consideraba aberrante la separación entre la educación que se recibe en una época y la época misma. Martí concebía a la educación como la “preparación del hombre para la vida” y “la conformación del hombre a su tiempo”. “La educación representa para el individuo la conquista de su autonomía, su naturalidad y su espiritualidad” (Bernheim, 2008).
   Bernheim, (2008) también analiza los pensamientos de Bolívar quien consideraba que en las escuelas se debía educar  para la ciudadanía, pues un ciudadano debe conocer sus obligaciones sociales y no perjudicar a los demás. Es decir formar ciudadanos  que puedan actuar activamente en una democracia participativa.
   Martí abogaba por una educación popular tanto para ricos como para pobres. Hacía énfasis en que todo hombre tiene derecho a que se le eduque y para Martí, en forma de pago una vez educado el sujeto debía contribuir a la educación de los demás. La educación popular era para él la base de la grandeza de los pueblos. También Bolívar consideraba a la educación como un derecho de todos los ciudadanos.
   En un contexto histórico y social en donde la mujer era relegada a las tareas domésticas, Bolívar se anticipa a su tiempo diciendo: “Que entre tanto y sin pérdida de tiempo se proceda a establecer en cada ciudad capital de Departamento una escuela primaria con las divisiones correspondientes para recibir a todos los niños de ambos sexos que estén en estado de instruirse (Bernheim, 2008)”. Consideraba que la educación de las mujeres era la base de la educación familiar por lo que fundó colegios para niñas.
   Sarmiento en su libro Educación Popular pone de relieve la educación de la mujer como complemento de la escuela. Escribe: “De la educación de las mujeres depende, sin embargo, la suerte de los Estados; la civilización se detiene a las puertas del hogar doméstico cuando ellas no están preparadas para recibirla. Hay más todavía, las mujeres, en su carácter de madres, esposas, o sirvientes, destruyen la educación que los niños reciben en la escuela” y “Dotadas de un tacto exquisito para dirigir la niñez, cuando el exceso de afecto no las extravía, las mujeres solas saben manejar sin romperlos los delicados resortes del corazón y de la inteligencia infantil (Sarmiento, Educación popular, 1849)”.
   Bernheim (2008), afirma que Martí estaba convencido de que en el mundo laboral había grandes potencialidades educativas. Escribió: “El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos” y “en las escuelas hay que aprender a cocer el pan del que se ha de vivir luego”. Para él era menester que los currículos preparen a las personas para la vida cotidiana. Es decir, que no tiene sentido que en una escuela rural se eduque exclusivamente para la vida urbana como sucedía entonces.
   Bernheim (2008) señala que para Bolívar la educación debía ser prioritaria para el Estado. Sus concepciones generales sobre educación se basan en la ideología individualista y liberal de su tiempo. Abogaba por una educación que fuese función y responsabilidad del Estado. Bolívar decía que “un pueblo ignorante es instrumento de su propia destrucción”. Además, consideraba que un ciudadano tenía que saber leer y escribir y tenía que poseer algún conocimiento en ciencias, pero sus ideas fueron malinterpretadas y utilizadas para justificar la exclusión social y política de las personas que no estuviesen alfabetizadas.
   Sarmiento también propugnó una escuela común abierta a todos, “sin discriminación por causa de raza, de sexo, de condición económica, de rango social, de posición política o de creencia religiosa (Bernheim, 2008)”. Sarmiento consideraba que la escuela primaria debía ser para todos, el colegio secundario para los que puedan y la universidad para los que quieran.
   Tanto Sarmiento, fundador de las primeras escuelas normales de nuestro país,  como Bolívar se preocuparon profundamente por la formación de los educadores y consideraron que era el Estado quien debía encargarse de la educación. Sarmiento sostenía que el Estado debía proveer instrucción a todos los individuos asegurando un pleno desarrollo espiritual, económico, político y social, una instrucción que fuese laica, igualitaria, gratuita y donde haya libertad de conciencia.
   Bernheim (2008), explica que para Sarmiento había  grandes males sociales, éstos eran: “la barbarie y el caudillismo, con su secuela de ignorancia, pobreza, anarquía y fanatismo”. Sarmiento intenta explicar desde el punto de vista étnico el origen de los males sociales. De nuestra herencia española y la mestización indígena, para él se derivaba la ignorancia social, la anarquía y corrupción políticas y el escaso crecimiento económico y cultural. Sarmiento compara el desarrollo de las colonias inglesas y las españolas y afirma la superioridad del mundo protestante sobre el católico. Para curar los males sociales Sarmiento “aconseja tres remedios: inmigración europea, trabajo y (especialmente) educación pública”.
   La pedagogía de Sarmiento era política y de carácter social. Consideraba que la escuela podía transformar a la sociedad en todos sus aspectos. La educación para él era un derecho para todos al mismo tiempo que una obligación para la sociedad y fundamentalmente para el Estado, pues decía que “gobernar es educar”. 
   Bernheim contextualiza la América Latina en la que vivió Sarmiento de la siguiente manera: “Las naciones latinoamericanas, recién salidas de las guerras de independencia para sumergirse inmediatamente en el caos de las luchas civiles y la tiranía, no ofrecían las condiciones de paz y de progreso social necesarias para” concebir una educación pública como la pensaríamos hoy en día. Inspirado en las políticas educativas estadounidenses Sarmiento busca imponer justicia social, sosteniendo que “el régimen republicano y democrático exige una población bien informada, sin diferencias de clase, y para esto es necesario conceder a todos los habitantes igualdad de oportunidades (Bernheim, 2008)”. A través de la educación buscaba no sólo mejorar la condición económica, sino también construir una nación libre y soberana.
1-    Conclusión personal sobre los aportes de Martí, Bolívar y Sarmiento a la pedagogía actual.
   Martí, Bolívar y Sarmiento se anticiparon a su época con sus ideas educativas muchas de las cuales se aplican en las escuelas actuales. Sarmiento concebía a la educación como deber del Estado y como herramienta fundamental en la lucha contra la ignorancia y propulsora de la cultura cívica y general de la Nación. Además, defendió una educación integral sin distinción económica, social, política, religiosa o de género lo que hoy por hoy se aplica en las escuelas públicas argentinas. Su frase “gobernar es educar” pasó a la historia y su nombre se recuerda en todos los colegios de nuestro país.
   Para Bolívar la educación debía ser prioridad en la agenda del Estado y un derecho para todos los ciudadanos sin distinción de sexos. Hoy somos conscientes de que la escuela debe formar ciudadanos conscientes de sus deberes y obligaciones, pues necesitamos ciudadanos instruidos que puedan votar con conciencia. La escuela debe darles los conocimientos necesarios para desenvolverse en una democracia participativa.    
   Actualmente las ideas pedagógicas de Martí fueron retomadas y se aplican en las políticas educativas cubanas. Pues Martí concebía una educación popular, revolucionaria, integradora y beneficiosa para el progreso social. Un pueblo educado es fuerte y libre, decía. En la actualidad en Cuba la educación es continua y existen programas para la educación campesina e incluso existe una universidad para adultos mayores. Cuando se aplicaron las ideas martianas se logró hombres para la vida, poniéndolos al nivel de su tiempo. Es decir que la educación debe ser útil para los contextos en los que se vive. Se anticipó al concepto actual de educación permanente, considerando que se aprende durante toda la vida. Con la posmodernidad en la mayoría de las escuelas se inculca al niño una educación basada exclusivamente en el conocimiento erudito, mientras que la formación espiritual se deja de lado en la mayoría de las instituciones educativas, pero Martí defendía  una formación que fuese práctica y espiritual al mismo tiempo, que incentive a estudiar a través del amor y apartánda de la violencia.

Bibliografía:
-SARMIENTO, D. F. “Instrucción pública” en Educación Popular (1849) en Domingo Faustino Sarmiento. Textos fundamentales. Tomo II. Selección de Luis Franco y Ovidio O. Amaya. Bs. As. Compañía General Fabril Editora. 1959. Pp. 197-205
- BERNHEIM, C. T. “Panorama general sobre la filosofía de la educación” Digitalizado por: ENRIQUE BOLAÑOS, FUNDACIÓN. 2008. Pp 75-86 y 91-98
- Apuntes tomados de las clases de Filosofía de la Educación, materia dictada por la Prof. CAMPOS, M. B. 2018

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