Carlos Tünnerman Bernheim desarrolla en “Panorama general sobre la
filosofía de la educación” los aportes pedagógicos de diferentes pensadores.
Tomando su texto como material de apoyo, en este trabajo se intentará analizar
y comparar las ideas de tres pensadores latinoamericanos: José Martí, Simón
Bolivar y Domingo F. Sarmiento.
José Martí concibe a la educación como una tarea prioritaria de los
pueblos y de los gobiernos. Sólo a través de la educación los países pueden
alcanzar grandeza, prosperidad y libertad, decía. Agregaba que un pueblo
instruido será siempre fuerte y libre. El pueblo más feliz, para Martí, será el
que tenga mejor educados a sus hijos tanto en la instrucción del pensamiento
como en la dirección de sus sentimientos.
Para Martí (Bernheim, 2008) “Educar es depositar en cada hombre toda la
obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo
viviente hasta el día en que muere; es ponerlo al nivel de su tiempo; es
prepararlo para la vida”. En esta concepción de las finalidades de la educación
Bernheim plantea que Martí plasma una visión que se corresponde a visiones muy
actuales de la educación. Hoy en día la UNESCO avala que “educar es preparar al
hombre para la vida”.
Para Bernheim (2008), Martí se anticipó a su tiempo con el concepto
actual de educación permanente puesto que decía que la educación comienza con
la vida y no termina hasta la muerte. Es decir, que fue uno de los pioneros en
pensar una educación pensada para todas las etapas del desarrollo humano. En
1875 escribió que la educación no es fructífera a menos que sea continua y
constante.
En un artículo para el diario La Nación de Buenos Aires publicado en
1886, Martí criticó a las escuelas de la época. Allí sostuvo que las escuelas
eran talleres de memorizar, en donde los niños languidecen año tras año “en
estériles deletreos, mapas y cuentas”. Criticó la autorización de los castigos
corporales y la falta de cariño entre maestras y alumnos. Consideraba que la enseñanza tenía que ser un acto de
infinito amor y despreciaba la violencia que allí se ejercía.
Al mismo tiempo que desarrolla su inteligencia, el educando debe
desarrollar sus cualidades de amor y de pasión. La instrucción primaria debía
cambiar, pues Martí pensaba que debía pasar de ser verbal a experimental, de
retórica a científica y que tenía que enseñarse al mismo tiempo que el
abecedario de las palabras, el abecedario de la naturaleza. Además, creía de
suma importancia que se formasen hombres buenos, útiles y libres en toda
América.
Bernheim (2008) resalta la distinción que hace Martí entre instrucción y
educación. Mientras que la instrucción hace referencia a los pensamientos la
educación guarda estrecha relación con los sentimientos. Ambas deben darse en
forma conjunta puesto que la inteligencia realza a la moral.
La educación práctica y la formación espiritual también debían
desarrollarse en forma conjunta. Martí consideraba a la escuela una fragua de
espíritus. En cuanto a la educación, Bernheim (2008) expone que Martí consideraba aberrante la separación entre la
educación que se recibe en una época y la época misma. Martí concebía a la
educación como la “preparación del hombre para la vida” y “la conformación del
hombre a su tiempo”. “La educación representa para el individuo la conquista de
su autonomía, su naturalidad y su espiritualidad” (Bernheim, 2008).
Bernheim, (2008) también analiza los pensamientos de Bolívar quien
consideraba que en las escuelas se debía educar
para la ciudadanía, pues un ciudadano debe conocer sus obligaciones
sociales y no perjudicar a los demás. Es decir formar ciudadanos que puedan actuar activamente en una
democracia participativa.
Martí abogaba por una educación popular tanto para ricos como para
pobres. Hacía énfasis en que todo hombre tiene derecho a que se le eduque y para
Martí, en forma de pago una vez educado el sujeto debía contribuir a la
educación de los demás. La educación popular era para él la base de la grandeza
de los pueblos. También Bolívar consideraba a la educación como un derecho de
todos los ciudadanos.
En un contexto histórico y social en donde la mujer era relegada a las
tareas domésticas, Bolívar se anticipa a su tiempo diciendo: “Que entre tanto y
sin pérdida de tiempo se proceda a establecer en cada ciudad capital de
Departamento una escuela primaria con las divisiones correspondientes para
recibir a todos los niños de ambos sexos que estén en estado de instruirse
(Bernheim, 2008)”. Consideraba que la educación de las mujeres era la base de
la educación familiar por lo que fundó colegios para niñas.
Sarmiento en su libro Educación Popular pone de relieve la educación de
la mujer como complemento de la escuela. Escribe: “De la
educación de las mujeres depende, sin embargo, la suerte de los Estados; la
civilización se detiene a las puertas del hogar doméstico cuando ellas no están
preparadas para recibirla. Hay más todavía, las mujeres, en su carácter de
madres, esposas, o sirvientes, destruyen la educación que los niños reciben en
la escuela” y “Dotadas de un tacto exquisito para dirigir la niñez, cuando el
exceso de afecto no las extravía, las mujeres solas saben manejar sin romperlos
los delicados resortes del corazón y de la inteligencia infantil (Sarmiento,
Educación popular, 1849)”.
Bernheim (2008), afirma que Martí estaba convencido de que en el mundo
laboral había grandes potencialidades educativas. Escribió: “El hombre crece
con el trabajo que sale de sus manos” y “en las escuelas hay que aprender a
cocer el pan del que se ha de vivir luego”. Para él era menester que los
currículos preparen a las personas para la vida cotidiana. Es decir, que no
tiene sentido que en una escuela rural se eduque exclusivamente para la vida
urbana como sucedía entonces.
Bernheim (2008) señala que para Bolívar la educación debía ser
prioritaria para el Estado. Sus concepciones generales sobre educación se basan
en la ideología individualista y liberal de su tiempo. Abogaba por una
educación que fuese función y responsabilidad del Estado. Bolívar decía que “un
pueblo ignorante es instrumento de su propia destrucción”. Además, consideraba
que un ciudadano tenía que saber leer y escribir y tenía que poseer algún
conocimiento en ciencias, pero sus ideas fueron malinterpretadas y utilizadas
para justificar la exclusión social y política de las personas que no estuviesen
alfabetizadas.
Sarmiento también propugnó una escuela común abierta a todos, “sin
discriminación por causa de raza, de sexo, de condición económica, de rango
social, de posición política o de creencia religiosa (Bernheim, 2008)”.
Sarmiento consideraba que la escuela primaria debía ser para todos, el colegio
secundario para los que puedan y la universidad para los que quieran.
Tanto Sarmiento, fundador de las primeras escuelas normales de nuestro
país, como Bolívar se preocuparon
profundamente por la formación de los educadores y consideraron que era el
Estado quien debía encargarse de la educación. Sarmiento sostenía que el Estado
debía proveer instrucción a todos los individuos asegurando un pleno desarrollo
espiritual, económico, político y social, una instrucción que fuese laica,
igualitaria, gratuita y donde haya libertad de conciencia.
Bernheim (2008), explica que para Sarmiento había grandes males sociales, éstos eran: “la
barbarie y el caudillismo, con su secuela de ignorancia, pobreza, anarquía y
fanatismo”. Sarmiento intenta explicar desde el punto de vista étnico el origen
de los males sociales. De nuestra herencia española y la mestización indígena,
para él se derivaba la ignorancia social, la anarquía y corrupción políticas y el
escaso crecimiento económico y cultural. Sarmiento compara el desarrollo de las
colonias inglesas y las españolas y afirma la superioridad del mundo
protestante sobre el católico. Para curar los males sociales Sarmiento
“aconseja tres remedios: inmigración europea, trabajo y (especialmente)
educación pública”.
La pedagogía de Sarmiento era política y de carácter social. Consideraba
que la escuela podía transformar a la sociedad en todos sus aspectos. La
educación para él era un derecho para todos al mismo tiempo que una obligación
para la sociedad y fundamentalmente para el Estado, pues decía que “gobernar es
educar”.
Bernheim contextualiza la América Latina en la que vivió Sarmiento de la
siguiente manera: “Las naciones latinoamericanas, recién salidas de las guerras
de independencia para sumergirse inmediatamente en el caos de las luchas
civiles y la tiranía, no ofrecían las condiciones de paz y de progreso social
necesarias para” concebir una educación pública como la pensaríamos hoy en día.
Inspirado en las políticas educativas estadounidenses Sarmiento busca imponer
justicia social, sosteniendo que “el régimen republicano y democrático exige
una población bien informada, sin diferencias de clase, y para esto es
necesario conceder a todos los habitantes igualdad de oportunidades (Bernheim,
2008)”. A través de la educación buscaba no sólo mejorar la condición económica,
sino también construir una nación libre y soberana.
1- Conclusión
personal sobre los aportes de Martí, Bolívar y Sarmiento a la pedagogía actual.
Martí, Bolívar y Sarmiento se anticiparon a
su época con sus ideas educativas muchas de las cuales se aplican en las
escuelas actuales. Sarmiento concebía a la educación como deber del Estado y
como herramienta fundamental en la lucha contra la ignorancia y propulsora de
la cultura cívica y general de la Nación. Además, defendió una educación
integral sin distinción económica, social, política, religiosa o de género lo que
hoy por hoy se aplica en las escuelas públicas argentinas. Su frase “gobernar
es educar” pasó a la historia y su nombre se recuerda en todos los colegios de
nuestro país.
Para Bolívar la educación debía ser
prioridad en la agenda del Estado y un derecho para todos los ciudadanos sin
distinción de sexos. Hoy somos conscientes de que la escuela debe formar
ciudadanos conscientes de sus deberes y obligaciones, pues necesitamos
ciudadanos instruidos que puedan votar con conciencia. La escuela debe darles
los conocimientos necesarios para desenvolverse en una democracia participativa.
Actualmente las ideas pedagógicas de Martí
fueron retomadas y se aplican en las políticas educativas cubanas. Pues Martí
concebía una educación popular, revolucionaria, integradora y beneficiosa para
el progreso social. Un pueblo educado es fuerte y libre, decía. En la
actualidad en Cuba la educación es continua y existen programas para la
educación campesina e incluso existe una universidad para adultos mayores.
Cuando se aplicaron las ideas martianas se logró hombres para la vida,
poniéndolos al nivel de su tiempo. Es decir que la educación debe ser útil para
los contextos en los que se vive. Se anticipó al concepto actual de educación
permanente, considerando que se aprende durante toda la vida. Con la
posmodernidad en la mayoría de las escuelas se inculca al niño una educación
basada exclusivamente en el conocimiento erudito, mientras que la formación
espiritual se deja de lado en la mayoría de las instituciones educativas, pero
Martí defendía una formación que fuese
práctica y espiritual al mismo tiempo, que incentive a estudiar a través del
amor y apartánda de la violencia.
Bibliografía:
-SARMIENTO, D. F. “Instrucción
pública” en Educación Popular (1849) en Domingo Faustino Sarmiento. Textos
fundamentales. Tomo II. Selección de Luis Franco y Ovidio O. Amaya. Bs. As.
Compañía General Fabril Editora. 1959. Pp. 197-205
- BERNHEIM, C. T. “Panorama general
sobre la filosofía de la educación” Digitalizado por: ENRIQUE BOLAÑOS,
FUNDACIÓN. 2008. Pp 75-86 y 91-98
- Apuntes tomados de las clases de
Filosofía de la Educación, materia dictada por la Prof. CAMPOS, M. B. 2018