viernes, 30 de noviembre de 2018

CONOCE A ALEJANDRA ABRAHAM

ENTREVISTA QUE ME HIZO LA PÁGINA "MEGUSTAESCRIBIR"

Una semana más, os traemos a una de las autoras que consiguió destacar en los Premios MGE 2017Alejandra Abraham se alzó con los premios de Mejor obra thriller y terrorMejor obra de relatosMejor capítuloMejor título y Mejor cubierta. Descubre a una escritora con un potencial y un talento extraordinarios.

¿Por qué empezaste a escribir? ¿Qué motiva tu escritura?
El primer cuento que recuerdo haber escrito lo hice cuando tenía ocho años y fue para un trabajo que hicimos en el colegio. Era un pequeño relato de ciencia ficción que hizo que me ganase una gran felicitación por parte de la maestra y de la directora.
Recuerdo que cuando estaba cursando séptimo grado de la escuela primaria, la maestra de lengua nos informó de que durante las vacaciones de invierno teníamos que escribir algo sobre el General San Martín. Dijo que seleccionaría uno de los trabajos para enviarlo a un concurso literario.
Personalmente, creo que fue la tarea más divertida que me dieron en mi vida. Empleé casi todo el tiempo de mis vacaciones es escribir una pequeña novela histórica sobre la vida del prócer. La profesora quedó encantada, pero pidió disculpas por no haber especificado que el tamaño de la obra no podía superar unas cuatro o cinco carillas. Sin lugar a dudas, daba esa tarea todos los años y nunca nadie había escrito tanto.
No me desanimé. Al día siguiente le entregué un relato corto contado desde el punto de vista de la hija del General que reflejaba el dolor que sentía la pequeña tras la muerte de su madre y el miedo por tener que reencontrarse con un padre al que no recordaba por pasar toda su vida de batalla en batalla.
La maestra rompió a llorar de la emoción en medio de la clase y me pidió luego disculpas por no poder enviar mi relato al concurso. Al parecer, era demasiado emotivo como para que los jueces pensaran que una niña de doce años lo había hecho sin ayuda.
Debo confesar que eso sí me desanimó. Por fortuna, me sirvió para descubrir que amo escribir y ya sea jugando epic-rol en Facebook, haciendo noticias, o creando mis propios mundos en mis cuentos o novelas, seguiré haciéndolo. 

¿De dónde sacas la inspiración? ¿Eres una autora de método o de las que escriben con corazonadas?
En general, cuando escribo busco transmitir alguna idea o crítica social, pero intento que sea sutil e indirecta disfrazándola en la mayoría de los casos de fantasía. Tengo sueños bastante raros que me inspiran a escribir. Algunas veces ya sea conversando con alguien o divagando dentro de mi mente pienso una idea y le voy dando forma hasta que me siento a escribirla y se convierte en algo. Otras veces imagino un personaje y empiezo a escribir. Enfrentándolo a diferentes situaciones voy imaginando cómo las supera, basándome en la personalidad y los recursos que imagino que tiene.

¿Qué escribes? ¿Qué quieres transmitir?
Me gusta mucho escribir historias fantásticas, pero hasta la historia más fantástica tiene que tener una pizca de verdad para que sea buena. Intento lograr una escritura ágil que guíe al lector por la trama haciendo que se emocione y que reflexione. Me gustan los finales inesperados que dejen a quien lee pensando en la obra aunque haya terminado de leerla.

¿Has terminado de escribir algún libro?   
Mi primera novela terminada es El poder oculto, pero también tengo muchísimos cuentos hechos y me gustaría publicarlos en una antología en cuanto cuente con la suerte o el dinero necesario para hacerlo. Estoy revisando una serie de cuentos de la colección El periodista, que cuentan con el mismo personaje principal. Cada uno de estos cuentos puede ser tomado como una historia independiente, pero a su vez conforman capítulos de una novela.

¿Cómo creas tus personajes? ¿Te basas en tu entorno a recurres a tu imaginación?
Me encanta imaginar personajes. Voy dando forma a los personajes en mi mente muchas veces antes de crear una historia para ellos. Imagino personajes secundarios relacionados con mis protagonistas que pueden incluso nunca ser incluidos en la obra. Algunas veces creo que fueron incluidos y tengo que releer la historia para estar segura.

¿Qué consejo le darías a alguien que justo empieza a escribir?
Es un poco difícil pensar en un buen consejo para escribir ya que yo necesito unos cuantos. En principio les diría, que no se desanimen por las críticas de los demás. A veces buscamos reconocimiento, pero recibimos bofetadas emocionales. Lo que algunos consideran bueno, otros no. Si a todos les gustasen las mismas cosas, escribiríamos todos de la misma manera y eso sería muy estructurado y aburrido. Hay que escribir primero para uno y luego darse a conocer.
Lo más importante, es tener imaginación y algo para transmitir. Todo lo demás puede pulirse. Lo que suelo hacer yo es plasmar la idea y luego voy trabajando sobre esa base. Recién en la segunda o tercera lectura empiezo a corregir la gramática y la ortografía, acorto oraciones y me fijo que no haya muchas repeticiones. Recomiendo releer siempre las obras varias veces y pedirle a alguien que la lea también porque a veces saltan errores que no habíamos visto antes.

¿Qué autores acostumbras a leer?
Leo de todo, pero lo que más me gusta son las sagas largas de fantasía. Amo a J.K. Rowling que con Harry Potter logró que me apasione por la lectura. Mis escritores favoritos son: James DashnerSuzanne Collins, Antonio Santa AnaBrandon SandersonGeorge MartinJ. K. RowlingL. J. SmithPatrick RothfussStephenie Meyer y Paulo Coelho.

¿Qué es lo que más te gusta de la comunidad megustaescribir.com?
Me parece el mejor lugar para leer y compartir obras. Cuando conocí el sitio, hace dos meses, me emocioné muchísimo. Me hicieron sentir parte de una movida cultural. Es como la versión digital de un café literario. No sólo me leyó un montón de gente en muy poco tiempo, sino que tuve la oportunidad de conocer a escritores excelentes e interactuar con ellos. Es muy enriquecedor poder leer consejos y opiniones de gente que se dedica a escribir.

Para finalizar, termina la frase: megustaescribir porque…
Megustaescribir porque en cada texto inmortalizo una parte de mi ser, porque me permite capturar en el papel lo que de no ser así pasaría fugazmente por mi mente y quedaría olvidado, porque escribir hace que mi imaginación despegue hacia mundos inexistentes y me permite dar vida a personajes que de lo contrario no existirían.

Biografía autora
Mi nombre es Alejandra Daniela Abraham, nací en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina el 29 de septiembre de 1991. En el año 2008 publiqué mi primera novela. Me recibí de Técnica Química en 2010 y de Periodista en 2013. Trabajé en algunas radios FM y online. Actualmente, trabajo como docente y estudio Ciencias de la Educación.

UN LIBRO: Maze Runner, La cura mortal.
UN AUTOR: George R.R. Martin
UNA LIBRERÍA: Mundo feliz
UN PERSONAJE: Sirius Black
UNA PORTADA: El nombre del viento

viernes, 23 de noviembre de 2018

SIN UN ADIÓS

                                            SIN UN ADIÓS

   Marcos nos había contado aquella historia un centenar de veces. Aún me parece escuchar su voz como si estuviese conmigo en este momento, como si nunca se hubiera ido. Había sido necesario el Apocalipsis o por lo menos, aquello que pensamos que era el fin del mundo para que descubriese el amor de Gabriela.
   Observo a Sara alejarse junto a su madre. Me saluda con la mano en la que sostiene el trompo. Ya no quedan demasiados niños, pero creo que la humanidad todavía tiene esperanzas. Supongo que por ellos es necesario contar lo que sucedió, para evitar que algo así ocurra nuevamente. Nuestra historia no puede ser olvidada. Los sacrificios no fueron en vano.
   Catalogarnos como héroes sería exagerar demasiado, sin embargo debo reconocer que resistimos lo mejor que pudimos. No me enorgullezco de todos nuestros actos, pero lo cierto es que hicimos lo que estaba a nuestro alcance. Incluso cuando pensamos que todo estaba perdido, resistimos hasta el final.
   Me siento junto a su tumba e imagino que ella está aquí, a mi lado. Casi puedo sentirla acurrucándose en mi pecho. Podrá parecer una locura, pero evocar en mi mente a quienes amé y que ya no están conmigo, me ayuda a seguir adelante.
   No busco que sientan pena por mí. Estoy seguro de que si son supervivientes y están leyendo esto, también ustedes cargan con una historia trágica y deben haber dejado atrás a muchos seres amados. Pero si son como Sara, los hijos de una generación que estuvo a punto de desaparecer, entonces sólo podrán aproximarse a la idea de lo que es la verdadera desolación.
    Todo sucedió demasiado rápido. Nunca se puede estar preparado para algo así, pero hubiese deseado poder despedirme por lo menos de mis abuelos. Es imposible cambiar el pasado, pero ese día había salido con prisa de casa y no me había sentado a desayunar con ellos como solía hacerlo.
   Espero que mis abuelos hayan podido pasar un agradable tiempo conversando. Me gusta imaginar que fueron felices hasta el último aliento exhalado por sus labios. Ojalá, que no desperdiciaran aquellos instantes antes del final preocupados por nimiedades de la hipoteca o del trabajo. Espero que hayan partido en compañía del amor que se tenían, juntos como estuvieron más de la mitad de sus vidas.
   Aquella mañana en la que no me despedí de mis abuelos, después de la fugaz conversación que tuve con Eduardo fue cuando todo comenzó. Reinaba el silencio como si todas las personas de la Tierra contuvieran la respiración y aguzaran el oído para estar atentos a lo que se aproximaba.
   Me quedé inmóvil, incapaz de apartar la vista del cielo que había pasado de un azul radiante al color del miedo. Miles de estrellas fugaces parecían herir el firmamento con líneas de sangre. Una lluvia de meteoros en plena ciudad de por sí no era bueno, pero lamentablemente se trataba de algo mucho peor. Claro, que en ese momento yo no lo sabía y aun así el terror nubló mi mente y se apoderó de mis sentidos.
   Desesperado, escuché un terrible estruendo que hizo vibrar el pavimento. Miré a mi alrededor y distinguí una nube de polvo que se alzaba a unas cuadras de dónde me encontraba. Ese primer impacto fue como el disparo de un cañón que marcó el comienzo de la carrera por sobrevivir.
   Los gritos de miedo y de dolor comenzaron a propagarse al mismo tiempo como si se tratase de una película que hasta ese momento había estado en silencio. La gente pasaba corriendo a mi lado como si hubiera un lugar a donde escapar, como si no todo estuviese perdido.
   Si no hubiese sido por Marcos y Gabriela, seguramente hubiese sufrido la misma suerte que los millones de personas que perecieron ese día. El polvo se alzaba formando remolinos en el aire y respirar se hacía más difícil después de cada estruendo. Con los ojos entornados y el cuello de la remera como barbijo improvisado, me dirigí hacia el lugar de donde provenían los gritos de auxilio.
   Así conocí a Marcos, tratando de salvar a su némesis que pronto se convertiría en el amor de su corta, pero significativa vida.
   El auto estaba medio prendido fuego, pero aun así traté de encontrar otra alternativa antes de decidir que la opción más rápida era sacrificar la notebook que llevaba en la mochila. Mi computadora quedó destrozada al igual que el vidrio de la ventanilla por donde salió Gabriela.
   Sólo un ciego habría podido ignorar su belleza, pero sólo un loco como mi amigo Marcos hubiese podido soportar sus maltratos y permanecer a su lado. Su relación era explosiva y pasional. No puedo negar que se amaran, pero peleaban y mucho. Todos los miembros de la Alianza buscábamos rápidamente alguna misión o tarea que nos mantuviera alejados de ellos cuando no estaban de buen humor.
   —¡Ay, no! Todavía no había terminado de pagar las cuotas—. Parecía estar a punto de romper a llorar por la rabia de que su vehículo estuviera arruinado.
   Nunca me dio las gracias por haber roto la ventanilla, ni tampoco a Marcos quien se había hecho unos profundos cortes en los brazos con los vidrios rotos para que ella pudiese escapar ilesa.
   —¿Qué está sucediendo? —pregunté con la voz áspera por el polvo que inundaba el aire.
   —No tengo idea, hombre. Al parecer los meteoros están siendo piloteados por alguien o por algo —respondió Marcos mientras nos jalaba de la ropa para que nos apartásemos del fuego que se había ya extendido al asiento del conductor.
   Caminamos juntos, igual de desorientados que todos en la calle. Eran dos extraños para mí, pero aquel momento que compartimos en el auto hacía que me sintiera más cercano a ellos que al resto de las personas a mi alrededor.
   Nuestros pasos nos guiaron hacia a una escalera que llevaba a una estación de subte. Bajamos por ella sin saber que se convertiría en nuestro refugio por los próximos días, sin saber que hacerlo nos salvaría la vida. Las luces titilaban en la estación. Había gente por todas partes, algunos estaban heridos y otros lloraban. Había algunas familias reunidas con sus niños, personas solitarias y grupos pequeños de conocidos o a los que las circunstancias los había unido.
   Distinguí a Eduardo hablando con una pareja. Parecía desorientado y no lo culpaba por eso, pues yo estaba igual de confundido.
   —No tengo señal —se quejó Gabriela.
   Revisé mi celular, quería hablar con mi abuela y saber si estaban bien, pero tampoco tenía.
   —Olvidé mi teléfono en la oficina —reconoció Marcos.
   —No me extraña —agregó Gabriela. Tenía la rapidez de una serpiente cuando se trataba de criticar a alguien.
   Él la ignoró y me dijo su nombre. Yo le dije el mío. Más allá de lo que me había contado que la televisión decía sobre aquello que caía del cielo, tenía tan poca información como yo. Decidimos preguntarles a las personas en la estación y Gabriela nos acompañó de mala gana.
   Nadie entendía qué estaba sucediendo, pero se habían gestado unas cuantas teorías. Algunos decían que la Tierra era víctima de una invasión extraterrestre. Otros, aseguraban que se trataba de un ataque terrorista aunque no se ponían de acuerdo sobre qué país tenía la culpa y los más creyentes decían que el Día del Juicio había llegado.
   Yo no sabía en qué creer, pero estaba claro que se trataba de algo terrible. Los temblores indicaban que aquellas extrañas rocas seguían impactando sobre la ciudad y yo esperaba que esa estación no se convirtiese en mi tumba.
   Pensé en mis abuelos y me pregunté si los volvería a ver. Me aferré a la esperanza de que así sería aunque muy en el fondo sabía que no.
   Estoy seguro de que si el destino no la hubiese arrebatado de mi vida tan pronto, hubiésemos envejecido juntos, amándonos hasta el final como lo habían hecho mis abuelos. Susurro su nombre y dejo que se lo lleve el viento. Quizás exista vida después de la muerte y ella sienta mi voz como una caricia.
AUTORA DEL CAPÍTULO: ALEJANDRA ABRAHAM

viernes, 16 de noviembre de 2018

PORTALES CÓSMICOS (Pertenece a laColección de cuentos EL PERIODISTA)


   Matías se aferró a su asiento. Era la tercera vez que se subía a un avión, pero aún no lograba acostumbrarse al despegue. Observó por la ventanilla y vió que los objetos parecían desplazarse a toda velecidad. Se sintió oprimido contra su respado y cerró los ojos por un instante.Al abrirlos se dió cuenta de que estaban volando.
   Se relajó un poco una vez que ganaron altura y el aeropuerto se tornó lejano. El periodista envidiaba la capacidad de relajación que tenía Rodrigo. El fotógrafo se había quedado dormido apenas habían tomado asiento y ahora roncaba a su lado.
   Aunque el vuelo a Misiones no era demasiado largo, lamentó no haber tenido el tiempo para reemplazar el celular que le habían robado hacía unos pocos días. Cuando le ganó el aburrimiento, sacó la libreta que siempre llevaba con sigo y se puso a dibujar.
   Nunca había sido un asiduo dibujante, pero su mano guiaba la lapicera como si supiera lo que hacía. Una vez que terminó, contempló el producto con orgullo. No era ninguna obra de arte, pero para alguien que llevaba años sin dibujar, resultaba satisfactorio.
   El retrato en tinta de aquella misteriosa mujer que había desaparecido y posiblemente se había robado su celular, sonreía con malicia desde el centro de la hoja. Matías cerró su libreta y la guardó en el bolsillo de su campera de jean. Era mejor que Rodrigo no lo viese. Aunque el fotógrafo había sido testigo de como lo habían dejado plantado, Matías no había mencionado la pérdida de su teléfono. Para conservar su orgullo, había dicho que lo había vendido para comprar uno mejor y le estarían entregando el nuevo equipo en unos días.
   Una vez en el aeropuerto, Rodrigo rentó un auto. Matías aprovechó el viaje hacia el hotel, para apreciar el hermoso paisaje. La vegetación era exuberante y entre los diferentes estratos de la selva se veían pájaros increíbles. Llegó a distinguir un tucán cuyos colores contrastaban con las distintas tonalidades de verde. Momentos como ese lo hacían amar su trabajo, ya que era como estar de vacaciones.
   Se registraron en una pensión que estaba enfrente de un lujoso hotel. En el baño de la habitación había unas hormigas que tenían el tamaño de la uña de un pulgar que debían haber entrado ahí por una ventanita que permanecía entornada. Matías esperaba no toparse con ningún otro tipo de insecto gigante, especialmente en el lugar donde pasarías las siguientes noches.
   No se demoraron demasiado dentro de la habitación y se dirigieron al hotel internacional en donde se suponía que iban a encontrarse con un reconocido investigador paranormal.
   En Buenos Aires, cuando se enteró que la estrella del canal de historia iba a llegar al país, había movido cielo y tierra para poder pactar una nota con él. El joven periodista se sentía bastante identificado con aquel experto en ufología y esperaba algún día llegar a ser tan famoso como él.
   No pudo evitar sentir como la decepción se apoderaba de su ser, cuando la recepcionista les comunicó que la reserva había sido cancelada por un contratiempo inesperado. Matías y Rodrigo compartieron la misma mirada sombría. Habían invertido muchísimo tiempo para convencer a su jefa de que era muy importante hacer un viaje a Misiones y así conseguir el testimonio del investigador paranormal más famoso del momento. Si no conseguían hacer una nota que justificase la inversión económica que había hecho la revista, se jugarían sus empleos.
   Afortunadamente no tuvieron que esforzarse demasiado en  encontrar un evento relevante que estuviese a la altura de la frustrada entrevista. Apenas salieron del hotel, dos señores mayores se dirigieron hacia ellos y fue como si el universo moviera los hilos del destino a su favor.
   A partir de ese momento se dieron una serie de eventos que se fueron desarrollando de la manera correcta para que pudieran conseguir una nota tan buena o mejor que la que habían ido a buscar.
   —Disculpen las molestias —dijo el más alto de los hombres quitándose la gorra y dejando al descubierto una calvicie insipiente. —¿Son ustedes los enviados del canal de historia?
   Guiado por un impulso y sin saber muy bien por qué lo hacía, Matías mintió.
    —Sí —dijo y esquivó la mirada de sorpresa de Rodrigo.
    —¡Excelente! Mi nombre es Luis y mi compañero se llama Diego, pero le dicen El Mudo. Quedó tan impresionado la primera vez que abrimos las puertas cósmicas que no volvió a hablar el pobre. ¿Están seguros que quieren hacerlo hoy? Si no lo hacemos esta noche vamos a tener que esperar otras tres lunas llenas para hacerlo —. Luis les dedicó una mirada muy seria mientras El Mudo asentía en silencio.
   —Sí. Por supuesto, estamos preparados para enfrentarnos a eso —esta vez fue Rodrigo el que habló.
   Matías se relajó un poco. Quizás pudieran seguirle la corriente a aquellos hombres y apropiarse de la nota que tenía planeado el programa de ufología. Con un poco de suerte no serían descubiertos y podrían conservar sus empleos después de todo.
   —Disculpe mi atrevimiento, señor, pero por lo que nos dijo su asistente por teléfono, imaginé que me encontraría con alguien de más edad.
   Palideció. Se sentía descubierto, no sólo estaba claro que no era un investigador de cuarenta y tantos años, sino que su acento delataba que era argentino. Intentó parecer despreocupado e improvisó:
   —Me disculpo en nombre de la producción del canal. Se suponía que iban a avisar que surgieron algunos imprevistos y el equipo no pudo llegar. Sin embargo, sabiendo que los fenómenos astronómicos eran propicios para la apertura de los portales, optaron por asignarnos a nosotros, sus corresponsales de Argentina.
   No pasaron más que unos pocos segundos en lo que Matías contuvo la respiración esperando a que Luis dijese algo. Afortunadamente, creyeron su historia.
   —Bien, bien. Es bueno que los jóvenes se interesen por temas serios como estos —dijo dándole una palmada en el hombro al periodista.
   El Mudo hizo unas señas que Matías no comprendió y luego Luis lo tradujo para ellos:
   —Si les parece bien, deberíamos ir yendo. Lo mejor es empezar el ritual al anochecer, cuando apenas se hace visible la luna llena. ¿Tienen auto?
   —Claro, la producción nos dio uno —Contestó Rodrigo. Se notaba que estaba nervioso y Matías pensó que sus frases resultaban algo sobreactuadas.
   —No se preocupe, mi hijito. No es más que un portal de comunicación con los habitantes de otros planos de existencia. No le harán daño, aunque debo admitir que puede ser una experiencia fuerte para quien lo hace por primera vez —. Luis había interpretado el nerviosismo de Rodrigo como miedo o quizás Matías había interpretado el temor como nervios por fingir ser quienes no eran.
   La conversación no se demoró mucho. Luis les dijo que era chamán y que dirigía a un pequeño grupo de personas para que encontraran su camino psíquico-espiritual. El Mudo, era el hermano de Luis y había sido dotado con el poder de curar a la gente. Sólo tenía que tocar a la persona con sus manos y el dolor se aliviaba.
   Matías y Rodrigo dieron nombres falsos e intentaron no brindar demasiada información sobre ellos ya fuese real o inventada. Luego subieron a su vehículo y siguieron al auto del chamán cuyo caño de escape iba tirando una nube de humo gris a medida que avanzaba.
   El paisaje era precioso, pero había muchísima pobreza y cada vez que se detenían ante un semáforo o una señal de tránsito, grupos de niños humildes que no podían superar los doce años, se acercaban a ellos vendiendo piedras semipreciosas o pidiendo monedas. Cuando llegaron a la humilde casa de Luis, Matías había adquirido una colección de piedras para regalarles a sus padres, a sus hermanos e incluso había comprado unos pequeños árboles de la vida hechos en piedra y alambre para Florencia y Gastón, sus compañeros de trabajo.
   La diferencia de temperatura que había entre el interior del coche con aire acondicionado y el sofocante calor exterior hizo que Matías se mareara un poco al bajar. Siguieron al chamán por un pequeño sendero en la selva. Lamentablemente no se habían colocado repelente y al llegar a la vivienda estaban cubiertos de picaduras de mosquitos.
   La cabaña de Luis consistía en cuatro paredes de madera con un techo de chapa. En el interior estaban esperando una decena de personas de diferentes edades. Todos se presentaron con mucho entusiasmo y Rodrigo les tomó algunas fotografías. Luis dijo que no había problemas de que filmases o sacaran fotos hasta que el ritual comience. Una vez que abrieran los portales cósmicos, tendrían que ser respetuosos con los habitantes de otros planos y no podrían usar ningún tipo de cámara.
    Se sentaron en círculo con las piernas cruzadas y Luis comenzó a decir algunas palabras en lo que Matías supuso que era guaraní, aunque no estaba del todo seguro. Una anciana les sirvió una taza de té a todos los presentes mientras Luis con los ojos en blanco seguía hablando. La taza de Matías consistía en un envase de yogurt que había sido lavado. El té artesanal estaba bastante bueno, aunque él lo hubiese preferido con un poco de leche y una cucharada de azúcar. A su lado Rodrigo que estaba muerto de sed por el calor húmedo que hacía en esa pequeña habitación, se tomó su bebida caliente de un sorbo y le sirvieron más enseguida.
   Alguien encendió una fogata en el centro de la habitación, lo que a Matías le pareció una pésima idea, pues no sólo hacía como cincuenta grados ahí adentro, sino que la cabaña era de madera. Rodrigo tomó una fotografía al fuego y la anciana le pidió amablemente que le entregara la cámara, pues no debería haberlo hecho. El fotógrafo se desprendió con pesar de su objeto más preciado. Matías sintió algo de pena por él. Desde que lo conoció, sólo lo había visto separarse de la cámara para bañarse o dormir y sabía que si llegaba a perderla sería como si le robasen una parte de su alma.
   Algo en el fuego hizo que Matías apartase la mirada de su amigo. Una sombra muy negra tapaba la luz del fuego. Era como una silueta humana y se hacía cada vez más nítida. A pesar del calor, un escalofrío recorrió su cuerpo e hizo que su sangre se helara.
   Observó que a su lado Rodrigo temblaba y lloraba sin disimular. Tenía la miraba fija en el fuego y se lo notaba consternado y con un profundo pesar.
   No era el único con el rostro empapado por lágrimas y sudor. En la ronda muchos habían comenzado a llorar y algunos hablaban en voz baja con la sombra.
   Era una situación bastante aterradora, pero Matías sentía curiosidad ante todo. Tenía que haber algún truco, quizás un proyector escondido en la habitación. Miró a su alrededor, pero no vio nada extraño aunque seguía mareado por el calor y la deshidratación. Tomó un poco más de té. No había notado en que momento le habían servido más y hubiese preferido una gaseosa bien helada.
   La misteriosa sombra avanzó hacia donde él estaba sentado. Era como si su rostro sin facciones se hubiese concentrado en él. Se arrastró aún sentado hacia atrás con el corazón latiendo a toda velocidad en su pecho.
   Luis había asegurado que no podían hacerle daño y se aferró a ese pensamiento para no salir corriendo. El algún momento Rodrigo se había dejado caer y ahora lloraba como un niño abrazando sus piernas.
   El chamán aplaudió y apagaron el fuego con un balde de agua. El humo hizo que la gente comenzara a toser. La sombra ya no estaba y las personas parecieron volver en sí. Rodrigo volvió a sentarse y limpió su rostro con las palmas de sus manos. Tenía los ojos enrojecidos, pero había dejado de llorar. Matías, por su parte se sentía completamente embotado y confundido. Quiso tomar un sorbo de té, para aclarar su mente, pero alguien había retirado todas las tazas.
   Entonces lo comprendió. Seguramente habían colocado alguna especie de droga en sus bebidas y quizás también en la fogata. Seguía mareado y tenía el estómago revuelto, la sombra que había visto tenía que haber sido una alucinación causada por algún estupefaciente. Quería salir de allí lo antes posible.
   Rodrigo se le acercó y su voz resonó como un eco en su cabeza.
   —¿Viste lo que yo vi? —. Tenía la voz algo ronca y la mirada ausente. —Era mi papá. Es decir, falleció de cáncer cuando yo tenía cinco años, pero estoy seguro de que era su silueta. Es triste, pero a la vez me alegra de que pueda seguir viviendo aunque sea en otro plano y que haya algo más. Mi mamá es católica, yo nunca creí en nada de esto hasta hoy. Es bueno saber que hay algo más y que no dejamos de existir, ¿verdad?
   Matías no tuvo el valor para decirle a su amigo que pensaba que habían sido drogados y asintió con la cabeza.
   Rodrigo recuperó su cámara y le enseño disimuladamente una fotografía que se suponía que no debían haber tomado. La sombra que Matías había visto había sido capturada en la imagen aunque se veía algo difusa, pues recién comenzaba a formarse.
   El fotógrafo bloqueó la pantalla de su cámara, pues Luis se dirigía hacia donde ellos estaban.
   —Espero que puedan utilizar lo que vieron en el programa. Lamento que no pudiesen filmar, pero en el otro plano los entes son sensibles y no sería conveniente que ninguno de esos seres quedase atrapado adentro de una cámara.
   Rodrigo empalideció, pero no dijo nada.
   —No hubo problemas con el depósito inicial. Les parece si me pagan ahora el resto del dinero. No es sencillo abrir los portales con extraños presentes y mucho menos para que se haga público a través de un programa. Requiere mucho esfuerzo y concentración —. Luis se veía bastante ansioso por cobrar.
    Matías improvisó:
   —La producción se pondrá en contacto con ustedes mañana mismo y les hará llegar un cheque con el dinero acordado.
   —Entiendo. Bueno, ya nos veremos, chicos. Estaré pendiente del programa, para ver este episodio cuando salga —. Estrechó sus manos y se fueron.
   Una vez en el auto. Rodrigo se mostró un poco paranoico. No le agradaba la idea de tener un fantasma atrapado en su cámara y estaba seguro que en cuanto no recibiera el cheque prometido, el chamán les lanzaría una maldición. Matías intentó tranquilizar a su amigo sin obtener resultados.
   Unos días después, su nota salió publicada en la revista para la que trabajaban en realidad. También, se enteraron que el estudio de filmación del programa para el que habían fingido trabajar había sido cancelado por un incendio en el canal. Rodrigo estaba convencido de que por su culpa el chamán había lanzado una maldición hacia el estudio de grabación y a pesar de que amaba su antigua cámara la vendió por mucho menos dinero del que le había costado. Luego, se compró otra que si bien tenía peor resolución, no tenía ningún fantasma atrapado allí.
AUTORA: ALEJANDRA ABRAHAM

viernes, 9 de noviembre de 2018

EL PODER OCULTO CAP 30

                 CAPÍTULO 30: YO SÍ LO AMABA
   Había pasado una semana y Susana seguía internada en el hospital. Su vida ya no corría peligro, pero las áreas de su cerebro que habían sido dañadas impedirían que los recuerdos nos perjudicasen.
   Yo no salía de mi casa y permanecía la mayor parte del tiempo encerrada en mi cuarto. Me sentía mala e indefensa a la vez. Había dejado de comer, sólo fingía que lo hacía frente a mi madre, aunque no podía engañarla. No hablaba con nadie. No había vuelto a ver a Teby y sentía que él me había arrastrado, engañándome, con el fin de hacerle daño a otra persona en nuestro propio beneficio. No deseaba seguir viviendo. No me gustaba en lo que me había convertido.
   Nuestros poderes se habían incrementado notoriamente en esos dos meses de verano desde que nos habíamos conocido. Él no me había dado la información que poseía y sin embargo, las velas negras las tenía preparadas. Sabía con exactitud como  concentrar el poder mágico y utilizó mi propio poder psíquico para incrementar su magia en contra de Susana. Ya no confiaba en él, ni en nadie, ni siquiera en mí. No tenía el valor para quitarme la vida, pero no quería seguir viviendo. Qué sentido tendría mi existencia si hasta ahora sólo había provocado el mal. Hasta al haber descubierto toda la misteriosa trama del pasado de Esteban, que a la vez me vinculaba con él, nos había perjudicado. Ahora, era esclava de la verdad.
   Sabía de grupos clandestinos dedicados al mal y temía que por el anhelo de poder, pudiera convertirme en alguien como ellos. Ni siquiera quería convocar a mi abuela. Me avergonzaba de mi misma. Hubiese deseado ser como una gota de agua para poder perderme en la inmensidad del océano. Pero seguía siendo yo, Tamara, un ser especial que había desarrollado un gran poder y sabía que si seguía con vida este se iba a incrementar. No tenía claro donde empezaban y donde terminaban mis límites.
   Esteban había demostrado tener menos escrúpulos que yo. No le había dolido la enfermedad de su madre de crianza. Él mismo la había provocado y me había inducido también a mí a hacer ese ritual. La herida de mi mano parecía no cicatrizar y me seguía doliendo. Un pacto de sangre nos uniría para siempre. No estaba segura de qué significaría todo eso.
    Esa tarde de domingo, mientras permanecía recostada en mi habitación, alguien golpeó mi puerta. Al ver que yo no respondía entró en mi cuarto. Era Teby. Lo observé sin levantarme y mis ojos se llenaron de lágrimas. Me provocaba muchísima tristeza verlo.
   —Hola, hermosa. No estés mal. Me dijo Raquel que casi no comés, no hablás, no salís. ¿Qué te pasa, princesa?
   Hablé con la garganta ceca:
   —¿Cómo está tu mamá?
   Me dedicó una media sonrisa.
   —Perfectamente, no se acuerda de nada. Es feliz porque tiene un hijo maravilloso que la cuida. No tiene un turbio pasado que la atemorice y será para ella como volver a nacer. Tiene conocimientos adquiridos, algunos recuerdos y de los recuerdos que se borraron en su mente, yo estoy sembrando falsa información. Está muy feliz, su vida será perfecta una vez que salga del hospital.
   Era increíble que se mostrara tan frío al hablar de la persona que lo había criado desde hacía quince años. Aunque muy en el fondo yo sabía que él tenía razón. Si había sido capaz de causarle semejante daño a Susana, ¿qué me esperaría a mí o a los demás si nos oponíamos a lo que él consideraba mejor para sí mismo? Me incorporé. Sin contestarle caminé hacia la ventana. No quería escuchar más. Él me tomó de la cintura y continuó hablando:
   —Tamy, sabía que ella no podía morir. No controlamos la muerte. Fue lo mejor. Si ella hubiese hablado nuestras vidas hubiesen sido una pesadilla. Nos habrían separado e impedido nuestro desarrollo psíquico-mágico. Tus padres se sentirían fracasados al tener que lidiar todos los días con una hija demente, por decirlo de alguna manera. No podríamos defendernos de los más oscuros.
    Sabía que tenía razón, pero no quería reconocerlo. Continuó:
   —Sabés que es conveniente que sigamos con nuestras familias completando nuestra educación. Cuanto más sepamos, más armas tendremos para el futuro. Además, estas organizaciones aún no saben dónde estamos ni quiénes somos. Afortunadamente, Ariel no te siguió hasta tu casa. Es posible que él no tenga nada que ver, pero su abuelo…. Ay, Tamy, Tamy que ingenua fuiste en confiar en ese tipo de gente.
    Giré sobre mi misma y lo miré a los ojos.
   —¿Y las huellas en el mundo mágico? ¿No dijo tu madre que era peligroso que hiciésemos magia? —. Mi voz sonó más fuerte de lo que pretendía.
   —Linda, no te preocupes. En primer lugar, ella no es mi madre, mi madre es una verdadera hechicera, pero no sabe que yo existo. Además, no creo que esté preocupada aún por vos. Lo que hiciste hasta ahora no puede considerarse magia peligrosa para ella. Hay muchos que invocan espíritus y juegan con velas e inciensos. Hay tantas huellas en el mundo mágico que no tienen por qué haber rastreado la tuya. El problema va a ser en un futuro, cuando con nuestras fuerzas unidas comencemos a tener poder perceptible. Es posible que entonces se de cuenta que hay un poder oculto detrás de nuestras acciones visibles. Por el momento, nosotros sabemos de ellos, pero ellos no de nosotros. Esto nos pone en una situación de ventaja.
    Lo interrumpí:
   —Tu hermana sabe de mí. Tiene el poder de entrar en mi mente, en mis sueños y me vio.
   —Aún, es sólo una niña, pero quizás, quiera que te unas a ella y quién sabe si no nos convenga en el futuro. Su herencia es muy poderosa, al igual que la mía, pero la diferencia es que ella debe estar siendo entrenada para desarrollar su poder. Nosotros hace muy poco que sabemos del nuestro.
   —Reaccioná, Teby.  Esas personas son peligrosas. Te quieren muerto.
  —Estás equivocada, mi madre me quiere muerto, pero mi padre salvó mi vida y mi hermana algún día me va a necesitar. El único problema grave podría ser mi madre. Pero ella piensa que estoy muerto.
   —¿No crees que la niña va a ser malvada cuando crezca? No tiene ningún escrúpulo. No le han inculcado ninguno.
   _Querida, puede ser que ella entre en tus sueños. Simplemente con lograr que vos entres también en los suyos y ganes su confianza, podrás inducirla hacia donde nosotros queramos, ya que es muy pequeña y su personalidad recién se está formando. No te olvides de que también vos sos poderosa. Hasta hiciste un viaje astral.
   Irónicamente le planteé:
   —Muy lindo tu plan, pero te faltó pensar en un detalle nada más: yo no puedo entrar en los sueños de la gente. El viaje astral fue involuntario y muy peligroso. ¿Te olvidás que el ángel negro aguardaba para que se corte el hilo de plata que me unía a mi cuerpo? Además, si no saben de tu existencia y no quieren matarte, ¿por qué razón le enviarían un grupo de banshees a un completo desconocido?
   Hizo una sonrisa forzada y respondió:
   —Nadie me las envió. En realidad, después del sueño que tuve acerca de personas capaces de invocarlas a este plano yo hice simplemente un conjuro para desviar un poco su camino y atraerlas hacia mí. Pero me arrepentí, no estoy listo aún. Hay algunas cosas que aún no te conté, pero tuve unos pequeños problemas. Por eso, hice el otro conjuro para alejarlas. Quizás tu viaje astral fue inducido por mi voluntad para que sea tu espíritu quien me ayude a alejarlas. La verdad no contemplé la posible aparición del ángel de la muerte. Es obvio que podremos entrar en la mente de la pequeña. Sólo nos hace falta un poco de práctica. Esta noche tratemos de vincular nuestros sueños. Quizás haya sido casual que la niña te haya elegido, o tal vez la elegiste vos a ella. Después de todo, la primera vez que soñaste con ella, el conjuro para saber quién había nacido lo hiciste vos. Mi padre le pudo haber relatado acerca de mi existencia. Por eso el mensaje en tu ventana. Tu segundo encuentro onírico con mi hermana, fue por tu deseo de saber. Quizá la atrajiste a tus sueños, quizá seas vos quien los está controlando. Es posible que por ahora seas más poderosa que ella. Tenemos que asegurarnos y aprender a no pasar información que no queramos. Intentemos controlar nuestras mentes cuando soñemos. Esta noche nos veremos en un sueño, mañana conversaremos.
   Esteban daba por sentado nuestra unión. No había puesto en duda, ni siquiera por un instante, que yo seguiría experimentando en la magia junto a él. Ninguno de los dos era realmente bueno, pero tampoco malo. La relatividad del bien y el mal siempre seguiría siendo una constante en mi vida.
   No podía dejarlo solo, sentía que nuestros destinos ya se habían entrelazado y estaba claro que él sentía lo mismo.Sin embargo, la culpa por lo que le habíamos hecho a Susana y por lo que seguramente le provocaríamos a mucha gente en cada decisión me destrozaba. Lo que es bueno para algunos les hace daño a otros. Era evidente que podíamos torcer a nuestro favor el camino de la gente. Podríamos inducir a muchos a pensar lo que nos favoreciese. Me daba cuenta de que había algunos que ya estaban utilizando ese poder en su propio beneficio.
   Posiblemente, yo tuviese más escrúpulos que aquellos que ya dominaban a las masas. Desconfiaba bastante de la ética de Teby. Me daba miedo tentarme con el poder. Temía ser inducida por Esteban, pero no podía alejarme de él. Lo amaba. Una lágrima recorrió mi rostro. Él parecía estar leyendo mis pensamientos, porque con ternura secó mis mejillas con sus labios y seductoramente aseguró:
   —No te preocupes, hermosa. Todo va a estar bien. No volveremos a hacer daño, a menos que sea completamente necesario. Es decir, en defensa propia. Si estamos en peligro buscaremos la forma de resguardarnos y nos protegeremos el uno al otro.
   Dichas estas palabras, besó dulcemente mis labios. Quizás así estaba asegurando nuestra alianza. No estaba segura si el realmente sentía algo por mí o esa jugada era solo un movimiento estratégico para mantener nuestro pacto. Había cambiado su forma de ver el mundo. Antes creía que la soledad era el único modo de incrementar su poder. Luego me buscó a mí. Después se alejó, aparentemente para protegerme y ahora se acercaba nuevamente.
   No estaba segura de cuales eran sus sentimientos, si es que los tenía. De lo único que estaba segura, era de que él quería poder y que junto a mí, ambos lo conseguiríamos. Acepté sin decir una palabra.
   Caminaría junto a él en el sinuoso sendero del poder. Yo sí lo amaba.
AUTORA: ALEJANDRA ABRAHAM
ISBN 978-987-02-3003-8

viernes, 2 de noviembre de 2018

EL PODER OCULTO CAP 29

CAPÍTULO 29: ALUMBRÁNDOME CON SU  OSCURIDAD
    Una vez que salieron todos de mi casa, me apresuré a llamar a Teby. Afortunadamente fue él quien atendió.
   —Teby, soy Tamara. Necesito hablar con vos. Tuve una revelación sobre tu pasado… prefiero contártelo todo personalmente.
     Respiraba agitada. Estaba muy nerviosa. Posiblemente él no creyera en mi visión. Su madre no era Susana, su padre no era tan malo como él pensaba y además tenía una hermana.
   —Mi mamá no se siente bien. Me dejó a cargo de la librería. ¿Podés venir vos a verme?
   —Sí, no hay problema. Voy para allá —.Colgué el teléfono y me dirigí apresuradamente hacia el negocio.
   Cuando llegué, me senté en una silla frente al mostrador donde Teby estaba sentado. Él me interrogó apenas me vio.
   Comencé a relatarle los hechos muy despacio, casi susurrándoselos, para que nadie me escuche. Intentaba parecer calmada y comencé resumiéndole el primer sueño, el de la tarde anterior. Mientras le relataba los hechos, evité algunos detalles. No mencioné que la niña del carrusel, en realidad podía ser su hermana, pero básicamente le explique cómo convocaba ese grupo siniestro a las banshees. Sorprendentemente comentó:
   —Lo sospechaba, ¿qué tiene que ver eso con mi pasado?
   Parecía decepcionado. Más segura de mi misma ya que había creído en mi primer sueño agregué:
   —Básicamente, anoche, mi abuela me mostró como si se tratase de una película, lo que ocurrió cuando aún no habíamos nacido.
   Le relaté mi sueño. Tratando en cada momento de restarle importancia, sugiriéndole que podía tratarse de un simple sueño. No quería verlo mal, lo quería demasiado para lastimarlo, pero prefería contárselo a ocultarle la realidad. No dejé de relacionarle los sucesos vividos por ambos y que se vinculaban con el sueño, dándole a éste mayor credibilidad. Veía reflejada en sus ojos grises la duda. Me daba cuenta de que él no sabía si podía creer o no en mis visiones. Parecía tranquilo, quizás pensaba que era sólo un sueño. Afortunadamente, Susana irrumpió en el negocio y corroboró mis palabras.
   —No tenías que decirle eso a Teby. Tendrías que haber hablado primero con migo.
   Susana estaba completamente roja y parecía a punto de llorar. Teby se había levantado y la miraba con el seño fruncido.
    —Así que me mentiste, no sos mi madre. ¿Con qué más me mentiste? Nunca pude rastrear a mi padre por el nombre. ¿Inventaste el apellido?
   —Sí… aunque no te haya llevado en mi vientre, yo soy la que te crió y te defendió durante todos estos años y no fue una tarea muy fácil. También cambiamos tu apellido para que nadie pueda relacionarte con él y en un futuro tampoco conmigo. Nunca quise dañarte, pero tampoco podía decirte la verdad. No quería ni quiero que entres en el mundo de la magia. Ellos te pueden encontrar. Ella te puede mandar a matar. Lo que dijo Tamara es casi todo verdad. Son siniestros. Ella es un demonio con ropa de mujer.
   Susana se estremeció al decir estas palabras. Lágrimas amargas cubrían su enrojecido rostro. Con los ojos inyectados en sangre me gritó.
    —Sé que fue Sara quien  te lo reveló por alguna razón, pero Teby no tenía que saberlo y vos Tamara, no tendrías que haberlo inducido a la magia. No te diste cuenta de que su vida está en peligro. No entiendo por qué Sara te eligió como heredera. ¿No te das cuenta de que cada vez que usás la magia, queda una huella perceptible por otros hechiceros?, aunque afortunadamente no sea muy clara. La maldad de esa mujer no tiene límites. Está cerca y si sabe que él esta con vida lo va a asesinar, como posiblemente lo hizo con tu abuela e intente hacerlo con vos. Si sabe de tu poder y no te unís a ella te va a considerar su enemiga. Tu abuela malogró muchos de sus planes y la odiaba profundamente. Lamentablemente, Sara debe haberse descuidado y la debe haber encontrado. Estoy segura de que ya sabe de vos, aunque no tenga muy claro donde encontrarte por el momento, pero probablemente lo hará y te forzará a elegir. Va a tratar de tentarte, te va a engañar y cualquiera sea tu elección, a la larga va a destruírte. No te acerques más a mi Teby. Si llega a saber quién es…
   Corrió junto a Esteban e intento abrazarlo. Él la apartó de su lado, rechazándola. Yo lo comprendía, su vida giraba alrededor de una mentira.
   Susana consternada se apoyó sobre el mostrador. Me hubiese gustado poder apaciguar la situación que yo misma  ocasioné. Teby tenía el derecho de saber la verdad, no podía lidiar contra algo que aún ignoraba. No pude decir nada, pero Susana nuevamente me atacó con sus hirientes palabras.
   —Tu abuela era maravillosa. ¿Por qué no podés ser como ella?
   Mis ojos se llenaron de lágrimas. Teby estaba muy quieto, pálido como una estatua de mármol. Sin piedad ella continuó: 
   —Sara siempre intentaba reparar los daños ocasionados por la magia oscura. Ella planeó como salvar a Esteban, sin dejar ningún hilo suelto. Todo era perfecto hasta que llegaste a nuestras vidas. Cuando ella me dijo que iba a dejar a alguien en su lugar para cuidar a Teby, no pensé que sería una mocosa imprudente con aires de grandeza. Tu abuela era una hechicera blanca, piadosa. Si bien no tenía tanto poder como los grupos oscuros, su voluntad, su inteligencia y su fe siempre lograban encaminarla hacia la victoria. Tienen que ponerle un fin a todo este jueguito de querer ser poderosos, ya que esto no es ningún juego. Es obvio que saben de vos y tarde o temprano van a rastrear dónde estás y vendrán a buscarte, para que te unas a ellos o para eliminarte. Heredaste un gran poder y lo estás usando muy mal. Si todavía no saben de vos, es mejor que no lo hagan. Ahora mismo, voy a ir a hablar con tu mamá a su trabajo. Ella te tiene que alejar de todo esto y yo te mantendré alejada de Teby, sea como sea aún si tengo que usar más hechizos en contra tuya. Creí que con las sombras que te envié te había asustado lo suficiente como para alejarte de todo esto. No quiero que se muevan de acá. Volveré con Raquel en un rato. Obviamente, no le voy a contar todo, pero Tamara no voy a permitir que dejen que te acerques a mi hijo y sé que lograré que te apartes de la magia.
    Las venas de su cuello se hacían cada vez más notorias. Cerró la puerta y nos dejó en un profundo silencio sólo interrumpido por mis sollozos. Pasados unos segundos miré a Teby, quien parecía estar absolutamente calmado. Me regalo una media sonrisa y añadió:
   —No va a decir nada. No va a hacer nada.
   Me abrazó y me condujo hacia la cocina. No entendía cómo podía conservar la calma en un momento semejante.
   —Tamy, no te preocupes.
   Buscó en un cajón del aparador tres velas negras y tras encenderlas las colocó en un candelabro de plata. Sacó una navaja de su bolsillo cortó su palma y luego la mía. No pude evitar soltar un gemido de dolor cuando el filo rasgó mi piel. Unimos nuestras manos y Esteban las guió estrechadas hasta que quedaron sobre las velas. Hizo que nuestra sangre mezclada rocíe las llamas, mientras repetía frenéticamente para dar poder al ritual:
   —Nada ni nadie nos separará, ni se opondrá a nuestra voluntad —. Pronto comencé a decirlo yo también.
   Soltó mis manos mientras seguíamos repitiendo la oración. Con la sangre aún fresca, dibujó dentro de un círculo una estrella de cinco puntas. Las velas quedaron dentro. Me miró y cambio la oración:
   —Ella no nos delatará, ni se opondrá a nuestra unión —.Me tomó las manos nuevamente y también yo comencé a repetirla.
   Estuvimos el tiempo necesario, aproximadamente cuarenta minutos, hasta que las velas se consumieron por completo, repitiendo oraciones que surgían de Teby. Tomados de las manos y mirándonos a los ojos como en un trance. Ambos parecíamos hipnotizados el uno por el otro. Las velas se apagaron y cortó el aire el sonido del teléfono.
   Teby me sonrió y añadió:
   —Está hecho.
   Se apresuró a atender el teléfono. La momentánea felicidad de su rostro se esfumó, tan rápido como la luz de un relámpago. Le dijo a la persona con la que hablaba. Que no podíamos ir por que su madre, equivocadamente se había llevado sus llaves. Colgó y después me informó:
   —Era tu madre. Susana se descompensó al llegar a la clínica en donde trabaja. Ya no va a decir nada.
   Palidecí. Creí que la habíamos matado con el conjuro de Esteban, pero el abrazándome agregó:
   —Tranquila, querida, ella estará bien, pero no va a recordar nada. Todavía los médicos no lo saben, pero tuvo lo que ellos dirán que fue un golpe de presión, un colapso nervioso, cuya única secuela será un olvido selectivo.
   Me di cuenta de que Teby sabía perfectamente lo que había logrado con el ritual. Una parte de mí estaba extremadamente feliz porque nada nos podía separar. Susana ya no hablaría, ni se acordaría de lo que Esteban había averiguado y olvidaría lo que ella desde siempre sabía. No sería más un obstáculo para nosotros y nuestros futuros planes. Por otra parte, sin embargo me sentía destrozada y avergonzada. Habíamos llegado a caer tan bajo como para recurrir a la magia negra, haciéndole así, un daño casi mortal a una persona, para que no se oponga a nuestra voluntad. Lo único que podía rescatar de la situación era que él sabía ahora la verdad y que nos teníamos el uno al otro. Sabíamos contra quién luchábamos y de dónde provenía la poderosa herencia mágica de Esteban.
   Lo que aún no podía entender, era por qué yo, que descendía de magos blancos estaba cayendo en la seducción de lo oculto y caminaba de la mano de Esteban entre la luz y la oscuridad. Crizy ya me había advertido. Debería elegir de qué lado estar, pero todavía no veía con claridad la línea que separaba el bien del mal.
AUTORA: ALEJANDRA ABRAHAM

Capítulo 30: El poder detrás del poder

Capítulo 30: El poder detrás del poder    Los magos y brujas que integraban el séquito de mi madre se arrodillaron y colocaron sus velas ...