viernes, 26 de octubre de 2018

EL PODER OCULTO CAP 28

            CAPÍTULO 28: HASTA EL AMANECER
   Me incorporé de pronto en mi cama. Un sudor frío recorría mi cuerpo. Aún no había amanecido. Los ojos de Samanta brillaban en la oscuridad y me observaban fijamente. Seguramente, había percibido la onírica revelación.
   Deseaba correr junto a Teby y narrarle la verdad sobre su pasado, pero él aún debía estar dormido y no me animaba a llamarlo a esa hora de la madrugada. Esperaría a que saliera el sol y a que mis padres abandonasen la casa. De esta manera no tendría que darles explicaciones.
   Durante los eternos minutos en los que permanecí en la oscuridad, repasé una y otra vez lo que había visto. Por fin las cosas comenzaban a cerrar. Comprendía el por qué de mi presencia en ese lugar, en ese tiempo. Mi abuela no sólo me había pasado el conocimiento, sino que también la responsabilidad de proteger a Esteban. Esta vez no era de si mismo de quién debía salvarlo, sino de aquel siniestro ser que quiso destruirlo desde su nacimiento. Ese ser que había provocado la muerte de mi abuela y que yo ya había visto, así como a su heredera, la hermana de Teby.
   Recordé el día en que un aliento helado trazó en el cristal de la ventana "Ella ya ha nacido y sabe de ustedes". La niña podía controlar los sueños, me había conocido en un sueño, la había visto y me había relatado el accionar oscuro de su clan. Me preguntaba, por qué me informaba. ¿Aún no se habría corrompido por el poder, debido a su escasa edad? O ¿no sería ella la que me informaba, sino mi propio poder psíquico que la utilizaba como un medio para interpretar mi percepción?
   Quizás ella ya podía entrar en los sueños. Obviamente ya tenía muchísimo poder. Me había insinuado, que yo elegiría de que lado estar. Recordé que no había soñado sólo una vez con ella sino dos. El día antes de conocerla personalmente en la plaza, en mi sueño ella jugaba con una serpiente. En el carrusel montaba una. La serpiente no podía significar nada bueno, al menos eso creía yo y eso solía decir mi abuela. Me preguntaba si su amigo imaginario, al que ella llamó "invisible", existiría realmente. Reflexioné en que podía ser un espíritu o algún demonio.
   Por lo pronto quería hablar con Teby, aunque no había pensado aún de qué manera le daría la dura noticia. Aunque pese a todo, era muy probable que no me creyera o que pensara que mi sueño era sólo un sueño. ¿Sería tan sólo un sueño? De todas formas, le pasaría la información y luego, él decidiría si debía o no creerme.
   Estaba casi segura de que mi visión era verídica. Finalmente todo cerraba, tenía que ser real. Recordé la palidez de Susana al ver a la madre de Crisy en la plaza y la vinculación forzada que mi abuela había hecho entre nosotros. Tal vez, era para que yo protegiese a Teby, pero también para que él me protegiera a mí.
   Mi abuela había burlado a la malvada hechicera y yo era su descendiente. ¿Qué habría hecho mi padre para que el poder mágico haya saltado una generación hasta mí? Posiblemente, hubiese sido su manifiesta incredulidad, incrementada por la de su pareja totalmente escéptica. Mi abuela debió haber intuido que yo, al conseguir la información mágica en la adolescencia, sin prejuicios previos y una confianza ciega en ella, desarrollaría mi poder mental libremente. Al ver los hechos, el escepticismo no podría bloquear mi herencia mágica.
AUTORA: ALEJANDRA ABRAHAM

viernes, 19 de octubre de 2018

EL PODER OCULTO CAP 27

                       CAPÍTULO 27: EL PASADO
   La luna llena brillaba en un cielo salpicado de estrellas. Sentí que los portales cósmicos volverían a abrirse, pues intuía que un sueño revelador se aproximaba.
   Samanta estaba muy inquieta. Antes de acostarme encendí velas e inciensos para los elementales y les pedí que velasen por Teby y por mí durante la noche. Mi presentimiento era cada vez más fuerte, sabía inconscientemente que nuestras vidas cambiarían nuevamente, aún más de lo que ya lo habían hecho.
   El calendario lunar señalaba esa noche como la de las revelaciones. Mis conjuros volverían a mostrarme la verdad. Sentía que desde siempre una fuerza oculta me unía a Esteban. Sabía que aún estando lejos, estábamos ligados y que él pensaba en mí como yo lo hacía en él. Aunque no debía hacerlo, no podía dejar de quererlo. Deseaba ayudarlo a buscar su identidad, sin importarme que estuviese o no a mi lado. Anhelaba verlo feliz.
   Cada vez estaba más segura de que no sólo él me necesitaba a mí, sino que yo también lo necesitaba, puesto que las clandestinas fuerzas oscuras eran manejadas por personas sin escrúpulos. El mundo había dejado de creer, pero las  pocas personas que aún utilizaban la magia, no estaban exactamente del lado del bien. Además, pensaba que averiguando sobre el pasado de Teby, tendría algún indicio para rebelar la identidad, de él o de los asesinos de mi abuela. Tenía que haber alguna conexión.
    Mientras las velas aún ardían y jugaban formando extraños dibujos en las paredes, caí sumida en un profundo sueño.
   "Me encontraba sentada en un columpio antiguo que se mecía con el viento marino. Veía como las olas golpeaban bajo mis pies. Estaba absolutamente sola en medio del océano. A mi alrededor sólo se veía agua y las cadenas que sostenían el columpio eran infinitamente largas y se perdían en un cielo cubierto de oscuras nubes grises.
   Al igual que en otros de mis sueños se cubría mi vestido medieval negro con detalles rojos con una larga capa también negra. Podía sentir el viento marino despeinar mis rizos dorados y ni emociones ni temores se manifestaban en mí, en ese momento.
   Sentí una mano que se cerraba sobre mi hombro derecho, torne mi cabeza hacia atrás y me encontré con mi abuela. No me sorprendí al verla y no me pregunté cómo había llegado allí, ni cómo no se hundía en el mar o por qué yo sentía que todo era tan normal.
   Susurré:
   —Guíame.
   Ella respondió:
   —Nadie puede vernos. Tomá mi mano. Voy a mostrarte el pasado. Lo que vas a ver sucedió hace más de quince años, cuando todavía no habías nacido.
   A mí alrededor, después de un instante de total oscuridad, la brisa cesó. El mar completamente calmado se convirtió en un metal líquido del cual comenzaron a surgir figuras tridimensionales como si se tratase de un enorme estereograma.
    La primera imagen que vi transcurría en un anfiteatro circular iluminado únicamente por velas negras. Sobre un pequeño escenario se encontraba de pié una joven y hermosa mujer. Sus negros y lacios cabellos cubrían su pálido rostro, dejando apenas ver sus grandes ojos grises y sus finas facciones. La cubría una capa negra, era la única en el anfiteatro con la cabeza descubierta. A su alrededor doce personas la rodeaban.
   Dirigiendo su mirada a una de las figuras añadió:
   —Esta vez, te elijo. Venís de una familia de numerosas generaciones de hechiceros. Sé que para tener más poder, te uniste a mí. Nuestra hija sería invencible…
   Una chillona y familiar voz la interrumpió. Cuando se quitó la capucha identifiqué a Susana, más delgada, más hermosa y más joven.
   —¿Por qué a él? Es mi pareja, aquí hay muchos que no tienen pareja.
   Frunciendo el entrecejo, la hermosa hechicera reprochó con voz firme, pero no exaltada:
   —No aprendiste nada en este tiempo. ¿Cómo te atrevés a cuestionar mis decisiones? ¿Cómo te atrevés a mostrar tus sentimientos? Yo puedo lograr que te destruyas a vos misma. Acaso, ¿no temés por tu vida?
   Una sombra cubrió el rostro de Susana y cayó de rodillas llorando temblorosamente.
   Una voz varonil dijo:
   —Yo siempre seré tu seguidor. Uniré mi poder al tuyo. Vamos a ser más poderosos juntos. Ella es muy débil, no merece ser parte de nuestra organización. No vale la pena, dejala ir. Tendremos una hija con nuestros poderosos genes.
   Así concluyó mi primera visión. Unos segundos después, en otro punto diferente del metal espejado comenzaba a surgir otra imagen.
   Se veía llover torrencialmente por las enormes ventanas. El fuego de la chimenea alumbraba una pequeña y acogedora sala. En ella se encontraban tan sólo tres personas. Una de ellas era mi abuela quince años más joven. Las otras dos, Susana y quien al parecer era su pareja, estaban tomadas de la mano.
   Mi abuela les servía té. El joven rompió el silencio:
   —Sara, necesitamos su ayuda. Es imposible que yo me aparte de ella. Es demasiado poderosa para todos nosotros. Por suerte, Susana fue expulsada y le perdonaron la vida, pero yo no puedo irme. Me quiere a su lado, por el poder mágico que heredé, aunque no se comparan con la magnitud de los suyos. Estoy atado a ella, no puedo dejarla y ya está embarazada de tres meses. Tuvo un hijo antes que fue eliminado por ser varón. También ella dominó la mente del padre del pequeño logrando así un suicidio sin quedar incriminada. Él se había opuesto al sacrificio del niño. Ella está segura de que el Demonio mismo pide que se derrame la sangre de los hijos varones de su familia para que las descendientes mujeres sean cada vez más poderosas. Si no los mata, cree que perderá su poder y que será severamente castigada por Satán. Piensa que los espíritus de los niños sacrificados pueden ser utilizados a su favor esclavizándolos. Si nace una niña, su sucesora, va a ser una bruja aún más poderosa que ella misma y va a ser educada desde la infancia en el mal. En sus creencias ancestrales los aquelarres eran dirigidos sólo por mujeres. Se ve que su familia siempre hizo lo mismo.
   Mi abuela lo miró perpleja por las palabras que acababa de oír. Luego habló:
   —Lamentablemente, está equivocada y si el niño vive ella no perderá sus poderes, ya que vienen desde su propio y oscuro interior. No es el Demonio el que le brinda el poder, sino la perversa fuerza de su mente. Necesita creer en algo ajeno a ella para liberar su energía. Sabés que no soy tan fuerte como ella, pero puedo protegerme de su magia  rodeándome de agua. No tienen que saber quien soy yo, ni que existo, puesto que  sus seguidores son muy peligrosos. Ellos tampoco tienen escrúpulos y sólo les interesa lo que el poder puede otorgarles. Tengo una isla, allí no podrán hacerme daño y si hago algún conjuro, al estar rodeada por agua, las huellas se perderán en la corriente. No podré seguir viviendo acá si los ayudo, pero si nace un varón les sugiero que lo dejen a cargo mío por un tiempo y lo llevaré conmigo a la isla. Díganle a ella, que lo sacrificaron y mientras tanto Susana, fingirás un embarazo. Tienen que creer realmente que tenés un hijo propio. Después de un tiempo prudencial, vas a cuidar al niño como si fuese tuyo y él como un padre responsable velará por el bienestar de su hijo. Ella debe creer que es tuyo Susana, no le importará si él tuvo un hijo con vos, pero ustedes no podrán volver a estar juntos, al menos, no por mucho tiempo. Es por el bien del niño.
   Dichas estas palabras, Susana rompió a llorar y abrazó al apuesto joven. Sin soltarlo, dijo sollozando:
   —El pequeño será mi hijo. Lo voy a cuidar como si fuese el hijo que siempre quise tener con vos. Voy a mantenerlo apartado de la magia y ella nunca lo descubrirá. Él no tiene que saber del poder que corre por sus venas.
   Mi abuela añadió:
   —No estoy tan segura de que jamás descubra su poder. Este surgirá desde su interior, aunque no tenga el conocimiento. Ese día llegará y nadie podrá detenerlo. Lo único que espero es que se incline por el bien, pero tiene que tener la oportunidad de vivir y de poder elegir su propio destino. Quizás, a su manera ayude a que la oscuridad pierda poder. Esto mismo espero yo de mi sucesor.
   La imagen se desvaneció y lo que parecía un metal líquido volvió a ser un mar agitado. La brisa comenzó a soplar. Mi abuela me miró y dijo:
   —Ahora, ya sabés".
AUTORA: ALEJANDRA ABRAHAM

viernes, 12 de octubre de 2018

EL PODER OCULTO CAP 26

                          CAPÍTULO 26: CARRUSEL
     Al llegar a mi casa, me senté en el jardín rodeada por el perfume de los rosales. Una vez más, infinidad de reflexiones me invadían. Estaba segura de que alguien había inducido el suicidio de mi abuela y de que esa misma persona se relacionaba con el pasado de Esteban.
   Él y Ariel estaban seguros de que alguien quería controlar a las banshees, para controlar a la muerte. Yo, en cambio, creía que la muerte era una entidad solitaria y que las banshees, los elementales y algunos otros seres podían ser inducidos por conjuros no sabía hasta que punto. Aún, no tenía bien claro qué era lo que pedían ellos a cambio de su "servicio". Ariel había mencionado algo sobre el precio que uno esta dispuesto a pagar. No tenía claro tampoco, quién lo pagaba. Pero, era evidente que para lograr un inmenso poder, no bastaría halagar a los elementales tan sólo con velas e inciensos.
   Recordé, que Esteban había mencionado además de sus conjuros a un demonio y sabía que había utilizado su propia sangre. Había visto sus cortes y... Ariel también tenía cortes. Me preguntaba si Teby no querría alejarse de mí, por miedo a que el precio a pagar fuese mi propia vida, ya que era evidente que me amaba y había sido estremecedora la forma en que tembló cuando mencioné al ángel negro. ¿Quién le habría inducido los sueños e involucrado en la magia? Susana parecía ajena a todo eso, pero no podía descartar que conocía a mi abuela. Además, el padre de Teby también era un hechicero y su propio hijo había heredado su poder…
   Sorprendentemente, en ese mismo momento la voz chillona de Susana interrumpió mis pensamientos.
   —Chau, Tamy. Espero que tengas un lindo día —gritó al pasar caminando con prisa por la puerta de mi casa.
   —Saludos a tu mamá.
   —Adiós, Susana — le devolví el saludo.
   Había dejado de creer en las casualidades. Todo tenía un por qué. Ahora estaba segura de que Susana sabía más de lo que aparentaba. Recordé que era una mujer quien controlaba el grupo oscuro del que me había hablado Ariel. No, aquello que cruzó por mi mente por un instante no podía ser posible. Teby se hubiese dado cuenta enseguida. Con su inteligencia era poco probable que algo de semejante magnitud no fuese advertido por él. Obviamente, los avisos de peligro para él y para mí, que me habían llegado desde el mundo espiritual, no podían estar relacionados con su madre. Tendría que descartar esa absurda idea.
   Recordé la advertencia que apareció escrita en el cristal: "Ya ha nacido y sabe de ustedes". ¿Quién sería? ¿Cómo sabría? ¿Quién habría enviado la señal? Lo único que creía haber podido rebelar de la frase había sido que alguien nos estaba advirtiendo de un peligro y que yo era la encargada de proteger a Esteban. No sabía de quién debía protegerlo, ni por qué era yo la elegida para hacerlo, ni quién me enviaba la advertencia.
   Era la hora de la siesta. Mientras la cálida brisa de verano acariciaba mis mejillas, me fui sumiendo en un mundo onírico.
   "Caminaba por un laberinto de infinitas columnas de plata, encargadas de sostener el rojizo cielo del anochecer. La suave brisa traía consigo la música de un carrusel. Yo no caminaba, el mundo se desplazaba a mí alrededor. Las columnas retrocedían junto a mí y la música se hacía más fuerte. Al igual que un barco emerge del horizonte, veía al carrusel acercándose. Al llegar a mi lado, este se detuvo, así como la música y las columnas dejaron de moverse. Allí estaba ella, sentada en una serpiente de madera.
   —Hola, Tamara —dijo Crisy sin bajar del carrusel. El eco de sus palabras nos acompañó unos instantes.
   —Te preguntaste cómo hacían. Es muy cruel. Yo te puedo contar.
   Intenté hablar, pero no surgía ningún sonido de mi garganta. Ella continuó, como si tuviese poco tiempo:
   —Sólo escuchá —dijo calmada —. Ellos eligen a su indefensa víctima y lo introducen en un ritual. Un muy oscuro ritual. El temor de la víctima va creciendo, lo convencen de que va a morir. Su corazón se acelera. Piensa que cada segundo que sigue con vida es un milagro y cuando cree que ya todo está perdido, su temor a morir se hace incontenible y entonces llegan ellas. Algunos, no resisten y realmente se mueren, porque sus corazones no soportan tanto horror. Los que sobreviven, jamás revelarían lo que les pasó, ya que son amenazados. Así es como lo hacen. Adiós Tamara, cuando quieras verme soñá conmigo. Algún día, uniremos fuerzas, quizás... Depende de qué lado te convenga estar.
   Todo desapareció envuelto en una luz blanca muy brillante.
   Abrí los ojos. Ya era de noche y los faros del auto de mi padre me encandilaban. Había dormido toda la tarde. ¿Habría soñado con Crisy?, ¿ella estaría involucrada? o ¿habría sido una simple proyección de mi mente para manifestar una oscura realidad?
AUTORA: ALEJANDRA ABRAHAM

viernes, 5 de octubre de 2018

EL PODER OCULTO CAP 25

                  CAPÍTULO 25: CONFESIONES
    Ariel y yo bajamos juntos del colectivo, ya que él se había ofrecido a acompañarme hasta mi casa. Me voltee al escuchar la voz de Teby gritando mi nombre y noté que venía corriendo hacia nosotros.
   —Tamara, necesito hablar con vos. Es urgente. Pasó algo terrible.
   Noté que Ariel lo observaba con el ceño fruncido, mientras tanto Teby fingía ignorarlo. Me apresuré a decir:
  —Bueno, pero Ariel…
   —Es que… es urgente y estás involucrada…
   Me miraba con un aire suplicante y a la vez muy tierno. No podía negarme. Le tomé la mano a Ariel y le anoté mi número de teléfono.
   —Por favor, llamame cuando quieras. No te enojes, pero él no suele ser así, algo malo debe estar pasando.
   —Sí, es algo terrible. Si ella lo considera pertinente te lo contará después, pero si por mí fuese no te enterarías.
   Esteban miraba a Ariel con arrogancia y en cada sílaba se notaba un aire de desprecio. Sonreí, me divertía mucho verlo celoso, si eso era lo que le pasaba.
   Ariel besó mi mejilla y añadió:
   —Te llamo más tarde. Nos vemos, hermosa.
   Luego, se alejó sin despedirse de Teby. Acto seguido, lo interrogué:
   —¿Qué pasó?
   Él miró al piso y con una media sonrisa insinuó.
   —Bueno, en realidad nada. Es sólo que no quería que él supiese donde vivís.
   Me molestaba bastante su actitud, pero a la vez me daba cuenta de que en verdad debía estar interesado en mí.
   —¿Qué pasa?, acaso, ¿no será… Que estás celoso?
   —Por supuesto que no. Tamara, ¿no te das cuenta de que este muchacho esta involucrado con gente realmente oscura y peligrosa?
   Estaba muy ofendida con él. Me trataba como si fuese una ingenua que no sabe cuidarse por si misma. Había sido yo la que había salvado su vida de la multitud de banshees, o al menos, era lo que yo creía.
   —Ahora que recuerdo, yo te vi hablando con el hombre de la tienda. ¿No será que en realidad quien está involucrándose en asuntos peligrosos sos vos y no yo? Esteban, ¿sos consiente del peligro en el que estás?
   —¿Realmente creés que haría algo para perjudicarme?
   Tomé su brazo. Los finísimos cortes aún no habían cicatrizado. Lo miré seriamente a los ojos y respondí con claridad:
   —Sí, realmente lo creo. Además, estoy segura de que intentaste acercar a las banshees. ¿Vas a negar que las invocaste?
   —En un momento, pensé en que yo solo podía controlarlas, pero estaba equivocado. Ellas me debilitaban. Por suerte, algún demonio y mis hechizos de protección lograron alejarlas anoche. Fue la primera noche, después de muchas en la que al fin pude dormir tranquilo.
   El demonio que había visto, podría haber sido mi espíritu. Recordé los símbolos dibujados en sangre y lo interrogué:
   —Los pentagramas que dibujaste en tu habitación, ¿en verdad las alejaban?
   Sus ojos demostraron sorpresa ante mis palabras.
   —¿Cómo sabés que dibuje pentagramas en mi habitación?
   —Creo que anoche abandoné mi cuerpo y en un extraño viaje estuve junto a vos cuando las banshees llegaban. Creo que yo soy el demonio que viste.
   —Entonces, ¿generaste la luz que nos rodeó?
   Asentí con la cabeza.
   —No debiste hacerlo, fue peligroso, una tontería de tu parte… pero… ¿Cómo hiciste?
   —No sé. Pensaba en cómo protegerte y me adormecí. Cuando me di cuenta, flotaba sobre mí y solo un hilo de plata me unía a mi cuerpo. De pronto, estaba en tu casa y supe exactamente lo que tenía que hacer… Es decir, no tengo mucha idea de cómo sucedió.
   Me interrumpió, restándole importancia a mis palabras.
   —Ah… simplemente, hiciste un viaje astral.
   —Al regresar, vi a la muerte esperándome. No había banshees allí, sólo un ángel negro, el ángel de la muerte.
   Palideció de repente y me estrechó fuertemente entre sus brazos. Sentí que todo su cuerpo temblaba. Susurrándome al oído confesó:
   —Yo me muero si te pierdo.
   Lo aparté un poco de mí con suavidad y clavé mis ojos en el mar gris de su mirada. Podía leer en su rostro lo que sentía por mí, pero lamentablemente agregó:
   —Tenemos que estar juntos. Es nuestro destino, pero… no podemos mezclar las cosas. Quizás, en un futuro todo podría ser diferente. Por ahora, necesitamos estar juntos para defendernos mutuamente. Debemos ser fuertes. Involucrando nuestros sentimientos nos debilitaríamos… ¿Y si alguno de los dos dejara de sentir?... Vos ya conociste a otro chico, aunque no deberías confiar en él. Es peligroso.
   Besó mi mejilla, me regaló una triste media sonrisa y se alejó sin mirar atrás.
   Volví a mi casa con la soledad como mi única compañía. Nuevamente me encontraba sola. Una fugaz lágrima surcó mi rostro. El destino decidiría lo que tenía que pasar. La decisión de Teby ya estaba tomada, pero no podíamos negar lo que ya sentíamos.
AUTORA: ALEJANDRA ABRAHAM

Capítulo 30: El poder detrás del poder

Capítulo 30: El poder detrás del poder    Los magos y brujas que integraban el séquito de mi madre se arrodillaron y colocaron sus velas ...