viernes, 2 de noviembre de 2018

EL PODER OCULTO CAP 29

CAPÍTULO 29: ALUMBRÁNDOME CON SU  OSCURIDAD
    Una vez que salieron todos de mi casa, me apresuré a llamar a Teby. Afortunadamente fue él quien atendió.
   —Teby, soy Tamara. Necesito hablar con vos. Tuve una revelación sobre tu pasado… prefiero contártelo todo personalmente.
     Respiraba agitada. Estaba muy nerviosa. Posiblemente él no creyera en mi visión. Su madre no era Susana, su padre no era tan malo como él pensaba y además tenía una hermana.
   —Mi mamá no se siente bien. Me dejó a cargo de la librería. ¿Podés venir vos a verme?
   —Sí, no hay problema. Voy para allá —.Colgué el teléfono y me dirigí apresuradamente hacia el negocio.
   Cuando llegué, me senté en una silla frente al mostrador donde Teby estaba sentado. Él me interrogó apenas me vio.
   Comencé a relatarle los hechos muy despacio, casi susurrándoselos, para que nadie me escuche. Intentaba parecer calmada y comencé resumiéndole el primer sueño, el de la tarde anterior. Mientras le relataba los hechos, evité algunos detalles. No mencioné que la niña del carrusel, en realidad podía ser su hermana, pero básicamente le explique cómo convocaba ese grupo siniestro a las banshees. Sorprendentemente comentó:
   —Lo sospechaba, ¿qué tiene que ver eso con mi pasado?
   Parecía decepcionado. Más segura de mi misma ya que había creído en mi primer sueño agregué:
   —Básicamente, anoche, mi abuela me mostró como si se tratase de una película, lo que ocurrió cuando aún no habíamos nacido.
   Le relaté mi sueño. Tratando en cada momento de restarle importancia, sugiriéndole que podía tratarse de un simple sueño. No quería verlo mal, lo quería demasiado para lastimarlo, pero prefería contárselo a ocultarle la realidad. No dejé de relacionarle los sucesos vividos por ambos y que se vinculaban con el sueño, dándole a éste mayor credibilidad. Veía reflejada en sus ojos grises la duda. Me daba cuenta de que él no sabía si podía creer o no en mis visiones. Parecía tranquilo, quizás pensaba que era sólo un sueño. Afortunadamente, Susana irrumpió en el negocio y corroboró mis palabras.
   —No tenías que decirle eso a Teby. Tendrías que haber hablado primero con migo.
   Susana estaba completamente roja y parecía a punto de llorar. Teby se había levantado y la miraba con el seño fruncido.
    —Así que me mentiste, no sos mi madre. ¿Con qué más me mentiste? Nunca pude rastrear a mi padre por el nombre. ¿Inventaste el apellido?
   —Sí… aunque no te haya llevado en mi vientre, yo soy la que te crió y te defendió durante todos estos años y no fue una tarea muy fácil. También cambiamos tu apellido para que nadie pueda relacionarte con él y en un futuro tampoco conmigo. Nunca quise dañarte, pero tampoco podía decirte la verdad. No quería ni quiero que entres en el mundo de la magia. Ellos te pueden encontrar. Ella te puede mandar a matar. Lo que dijo Tamara es casi todo verdad. Son siniestros. Ella es un demonio con ropa de mujer.
   Susana se estremeció al decir estas palabras. Lágrimas amargas cubrían su enrojecido rostro. Con los ojos inyectados en sangre me gritó.
    —Sé que fue Sara quien  te lo reveló por alguna razón, pero Teby no tenía que saberlo y vos Tamara, no tendrías que haberlo inducido a la magia. No te diste cuenta de que su vida está en peligro. No entiendo por qué Sara te eligió como heredera. ¿No te das cuenta de que cada vez que usás la magia, queda una huella perceptible por otros hechiceros?, aunque afortunadamente no sea muy clara. La maldad de esa mujer no tiene límites. Está cerca y si sabe que él esta con vida lo va a asesinar, como posiblemente lo hizo con tu abuela e intente hacerlo con vos. Si sabe de tu poder y no te unís a ella te va a considerar su enemiga. Tu abuela malogró muchos de sus planes y la odiaba profundamente. Lamentablemente, Sara debe haberse descuidado y la debe haber encontrado. Estoy segura de que ya sabe de vos, aunque no tenga muy claro donde encontrarte por el momento, pero probablemente lo hará y te forzará a elegir. Va a tratar de tentarte, te va a engañar y cualquiera sea tu elección, a la larga va a destruírte. No te acerques más a mi Teby. Si llega a saber quién es…
   Corrió junto a Esteban e intento abrazarlo. Él la apartó de su lado, rechazándola. Yo lo comprendía, su vida giraba alrededor de una mentira.
   Susana consternada se apoyó sobre el mostrador. Me hubiese gustado poder apaciguar la situación que yo misma  ocasioné. Teby tenía el derecho de saber la verdad, no podía lidiar contra algo que aún ignoraba. No pude decir nada, pero Susana nuevamente me atacó con sus hirientes palabras.
   —Tu abuela era maravillosa. ¿Por qué no podés ser como ella?
   Mis ojos se llenaron de lágrimas. Teby estaba muy quieto, pálido como una estatua de mármol. Sin piedad ella continuó: 
   —Sara siempre intentaba reparar los daños ocasionados por la magia oscura. Ella planeó como salvar a Esteban, sin dejar ningún hilo suelto. Todo era perfecto hasta que llegaste a nuestras vidas. Cuando ella me dijo que iba a dejar a alguien en su lugar para cuidar a Teby, no pensé que sería una mocosa imprudente con aires de grandeza. Tu abuela era una hechicera blanca, piadosa. Si bien no tenía tanto poder como los grupos oscuros, su voluntad, su inteligencia y su fe siempre lograban encaminarla hacia la victoria. Tienen que ponerle un fin a todo este jueguito de querer ser poderosos, ya que esto no es ningún juego. Es obvio que saben de vos y tarde o temprano van a rastrear dónde estás y vendrán a buscarte, para que te unas a ellos o para eliminarte. Heredaste un gran poder y lo estás usando muy mal. Si todavía no saben de vos, es mejor que no lo hagan. Ahora mismo, voy a ir a hablar con tu mamá a su trabajo. Ella te tiene que alejar de todo esto y yo te mantendré alejada de Teby, sea como sea aún si tengo que usar más hechizos en contra tuya. Creí que con las sombras que te envié te había asustado lo suficiente como para alejarte de todo esto. No quiero que se muevan de acá. Volveré con Raquel en un rato. Obviamente, no le voy a contar todo, pero Tamara no voy a permitir que dejen que te acerques a mi hijo y sé que lograré que te apartes de la magia.
    Las venas de su cuello se hacían cada vez más notorias. Cerró la puerta y nos dejó en un profundo silencio sólo interrumpido por mis sollozos. Pasados unos segundos miré a Teby, quien parecía estar absolutamente calmado. Me regalo una media sonrisa y añadió:
   —No va a decir nada. No va a hacer nada.
   Me abrazó y me condujo hacia la cocina. No entendía cómo podía conservar la calma en un momento semejante.
   —Tamy, no te preocupes.
   Buscó en un cajón del aparador tres velas negras y tras encenderlas las colocó en un candelabro de plata. Sacó una navaja de su bolsillo cortó su palma y luego la mía. No pude evitar soltar un gemido de dolor cuando el filo rasgó mi piel. Unimos nuestras manos y Esteban las guió estrechadas hasta que quedaron sobre las velas. Hizo que nuestra sangre mezclada rocíe las llamas, mientras repetía frenéticamente para dar poder al ritual:
   —Nada ni nadie nos separará, ni se opondrá a nuestra voluntad —. Pronto comencé a decirlo yo también.
   Soltó mis manos mientras seguíamos repitiendo la oración. Con la sangre aún fresca, dibujó dentro de un círculo una estrella de cinco puntas. Las velas quedaron dentro. Me miró y cambio la oración:
   —Ella no nos delatará, ni se opondrá a nuestra unión —.Me tomó las manos nuevamente y también yo comencé a repetirla.
   Estuvimos el tiempo necesario, aproximadamente cuarenta minutos, hasta que las velas se consumieron por completo, repitiendo oraciones que surgían de Teby. Tomados de las manos y mirándonos a los ojos como en un trance. Ambos parecíamos hipnotizados el uno por el otro. Las velas se apagaron y cortó el aire el sonido del teléfono.
   Teby me sonrió y añadió:
   —Está hecho.
   Se apresuró a atender el teléfono. La momentánea felicidad de su rostro se esfumó, tan rápido como la luz de un relámpago. Le dijo a la persona con la que hablaba. Que no podíamos ir por que su madre, equivocadamente se había llevado sus llaves. Colgó y después me informó:
   —Era tu madre. Susana se descompensó al llegar a la clínica en donde trabaja. Ya no va a decir nada.
   Palidecí. Creí que la habíamos matado con el conjuro de Esteban, pero el abrazándome agregó:
   —Tranquila, querida, ella estará bien, pero no va a recordar nada. Todavía los médicos no lo saben, pero tuvo lo que ellos dirán que fue un golpe de presión, un colapso nervioso, cuya única secuela será un olvido selectivo.
   Me di cuenta de que Teby sabía perfectamente lo que había logrado con el ritual. Una parte de mí estaba extremadamente feliz porque nada nos podía separar. Susana ya no hablaría, ni se acordaría de lo que Esteban había averiguado y olvidaría lo que ella desde siempre sabía. No sería más un obstáculo para nosotros y nuestros futuros planes. Por otra parte, sin embargo me sentía destrozada y avergonzada. Habíamos llegado a caer tan bajo como para recurrir a la magia negra, haciéndole así, un daño casi mortal a una persona, para que no se oponga a nuestra voluntad. Lo único que podía rescatar de la situación era que él sabía ahora la verdad y que nos teníamos el uno al otro. Sabíamos contra quién luchábamos y de dónde provenía la poderosa herencia mágica de Esteban.
   Lo que aún no podía entender, era por qué yo, que descendía de magos blancos estaba cayendo en la seducción de lo oculto y caminaba de la mano de Esteban entre la luz y la oscuridad. Crizy ya me había advertido. Debería elegir de qué lado estar, pero todavía no veía con claridad la línea que separaba el bien del mal.
AUTORA: ALEJANDRA ABRAHAM

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Capítulo 30: El poder detrás del poder

Capítulo 30: El poder detrás del poder    Los magos y brujas que integraban el séquito de mi madre se arrodillaron y colocaron sus velas ...