viernes, 27 de abril de 2018

EL PODER OCULTO CAP 2

                     CAPÍTULO 2: LEGADO ANCESTRAL

   Después de casi cuarenta minutos de viaje en el auto de mi padre, con un calor sofocante, llegamos a un pintoresco barrio. Estaba repleto de frondosos árboles en las veredas y fragantes jardines.
   Al llegar a un gran chalet con techo a dos aguas de tejas rojas y rodeado por rosas que impregnaban el aire con su aroma, el auto detuvo su marcha y mis padres bajaron. Esbozando una delgada sonrisa mi padre exclamó:
   —Bienvenida a casa, Tamara. Este es tu nuevo hogar.
   Cuando bajé del auto, sentí que un escalofrío recorría todo mi cuerpo. Por alguna razón, recordé una frase de mi abuela: "siempre prestá atención a las manifestaciones que percibe tu cuerpo. Muchas veces sólo con nuestros cinco sentidos no alcanza, por eso debés mantenerte atenta." Un tiempo después, me daría cuenta de por que la había recordado.
   Mi madre abrió la puerta de entrada y con un gesto me indicó que podía pasar. Al entrar, vislumbré una enorme sala con una imponente escalera de roble que se alzaba majestuosamente ante mis ojos. También, distinguí que habían comprado muebles nuevos. Estos no eran los mismos que los de mi antigua casa. Todos estaban elegidos con el ostentoso, pero delicado gusto de mi madre.
   Quise conocer  el resto de mi nuevo hogar y mi padre me mostró rápidamente y con mucho entusiasmo las demás habitaciones. En la planta baja, se encontraban la cocina-comedor, un baño y la sala. En el primer piso estaban las tres habitaciones, la mía, la de mis padres y en la tercera había un escritorio con un sofá-cama, que podría haberse convertido en una habitación para albergar a mi abuela o a algún otro huésped inesperado.
   Después de que terminé de recorrer mi nueva casa, mi madre me llamó fríamente, desde la planta baja:
   —Tamara desempacá y acomodá tus cosas en tu habitación. Llevate también este mugroso canasto, porque creo que algo empezó a pudrirse dentro de él. Huele muy mal.
   Obedeciendo a mi malhumorada madre, bajé a buscar la canasta y mi papá me ayudó con el equipaje. Cuando llegamos a mi habitación, dejamos las cosas sobre la cama. Él me dio un beso en la frente y antes de irse añadió:
   —Espero que seas muy feliz aquí. Hay un colegio cerca y te anotamos en él. Con tus excelentes calificaciones te aceptaron enseguida. El hijo de la nueva amiga de tu madre va a ser tu compañero —antes de que pudiera decir palabra alguna continuó —. Sí, a mí también me sorprendió que ella tenga una amiga con la cual se lleve bien.
   Ambos reímos al mismo tiempo y al cabo de unos segundos con una expresión pensativa mi padre agregó:
   —Es un joven algo peculiar, siempre está vestido de negro. Será la moda de este barrio o quizás la época.
   Mi padre se marchó cerrando la puerta al salir. Por fin, estaba sola... bueno, no tanto. Observé con asombro que la canasta se sacudía sobre mi cama. Cuando la abrí saltó a mis brazos Samanta, la gata de angora negra y gorda de mi abuela quien casi logró derribarme.
   Me preguntaba por qué mi abuela me había obsequiado a su mascota. Era una de sus posesiones más preciadas y cómo era posible que la gata hubiese permanecido inmóvil durante tanto tiempo.
   Pude ver en el fondo de la canasta un sobre cerrado con mi nombre escrito con la letra estilizada de mi abuela. Lo abrí. Tomé la carta y comencé a leerlo:
"Querida Tamara:
                           Seguramente, ya no estaré contigo cuando leas esto. Sé que puedo confiarte lo que voy a escribir en esta carta. Como un último favor te pido que no cuentes nada de lo que vas a leer. Pues, no sólo no consolarías a tu padre, sino que también te perjudicarías a vos misma.
   Seguramente, te habrás dado cuenta de que no soy una abuela normal y que nunca pretendí serlo. En nuestra familia, se ha transmitido una herencia mágica que es legada sólo a los descendientes que son dignos de merecerla. Por este motivo, lo heredarás vos y no tu padre. Porque, aunque Alan es una buena persona y tiene un gran corazón, el poder lo cautivaría y lo convertiría en un ser oscuro.
   Cuando vuelvas a la isla, tendrás que buscar sobre las vigas del techo y esconder el libro que vas a encontrar allí, para que nadie lo vea. En él, está escrito el conocimiento que por generaciones, nuestros ancestros fueron adquiriendo.
   Podrás utilizar lo que se encuentra escrito allí para ir incrementando tu poder. Comenzá haciendo experimentos sencillos y vas a darte cuenta poco a poco de tu potencial.
   Empezá siguiendo las instrucciones escritas. Con el tiempo, tu propio espíritu le dictará a tu conciencia los pasos a seguir.  Vas a aprender  que somos parte de un todo y somos los receptores de la información universal.
   Hay cosas que vos sola vas a descubrir, aquello que nadie puede legarte, ni deberás legárselas a nadie. Como por ejemplo: el nombre del ser superior y cómo interactuar en la forma más óptima con los espíritus elementales. Aquello que creas que puede ser transmitido para las futuras generaciones, a las que ya amás antes de que nazcan, escribilo en el libro. Ellos harán lo mismo a su debido tiempo.
   Querida, me hubiese gustado que juntas hubiésemos aprendido. Ya que nunca es tarde para aprender. Lamentablemente, no estabas lista antes para esto, porque eras muy pequeña y recién comenzabas a vivir. Ahora que lo estás, yo debo marcharme. Antes, dudaba de que tuvieses ya desarrollada la fuerza mágica, pero me di cuenta de que vas a ser muy poderosa.
   Cuando me dijiste en la isla que habías visto a una mujer y escuchado el llanto de un gato, lo supe. Porque, aquello que  percibiste, en realidad era una banshee, una criatura espectral que presagia la muerte. Pocos son los no entrenados que las perciben. No les tengas miedo, ya que hay conjuros que las mantienen alejadas, aunque no durante muchos días, si te están buscando. Si sabés que viene por vos, porque lo sabrás, no dejes que sea ella quién te lleve. Si una banshee logra matar a una bruja, esta se convertirá en banshee y estará siempre buscando ser alimentada de la energía que libera el temor a la muerte.
   Cuando llegue tu momento, buscá ayuda en los espíritus elementales, quienes te guiarán por los confines de la tierra hasta que llegues a otro plano de existencia. Yo recurriré a los elementales del agua, las Ondinas siempre fueron mis predilectas, por eso, siempre me rodee de agua y voy a elegir que ellas me guíen.
   Cuidá bien a Samanta que va a ser de gran ayuda para que descubras muchas cosas. Entre ellas, el poder de diferenciar criaturas que estén del lado de la luz o de la oscuridad. Tratá siempre de no dañar a nadie, aunque muchas veces eso no sea posible, porque lo que a veces favorece a algunos puede estar dañando a otros. Hay un equilibrio cósmico. De todas formas, intentá que tus acciones sean bien intencionadas en todo lo que hagas y el universo se encargará de lo demás.
    No debés comentar con nadie esta carta, salvo quizás, con alguien que ya sepas que se ha iniciado. De todas formas, debés tratar de no dar demasiada información de lo que sabés o aprendés, pues podría llegar a volverse en tu contra.
   Siempre voy a estar cuando me necesites, aunque no me puedas ver. Ya encontrarás la forma de comunicarte conmigo.
    Tal vez, no entiendas esto ahora. A su debido tiempo lo comprenderás: "Uno significa sí, dos o más no"

                                                       Te amo."

    No estaba segura si era cierto lo que acababa de leer o una broma de mal gusto de mi abuela. Yo esperaba que así fuese, porque si no lo era, significaba que mi abuela iba a morir.
   Una horrible sensación de frió se extendía lentamente por todo mi cuerpo. Decidí tranquilizarme. Escondí la carta debajo del colchón e intentando adoptar una postura serena me dirigí hacia la cocina en donde se encontraba mi padre tomando mate y untando tostadas con dulce de leche.
   Me senté junto a él y con una voz de tranquilidad fingida que no parecía ser mía le pedí:
   —Papá, ¿la podes llamar a la abuela?
   Con la boca llena, me respondió:
   —Sí, pero la acabamos de ver. ¿Te pasa algo?
   —Es que... la vi mal, quería que le preguntes cómo se siente.
   —Me estás preocupando. Ahora la llamo —dijo poniéndose de pie.
   Ambos nos dirigimos a la sala donde se encontraba el teléfono. Mi papá tomó el tubo y marcó. Después de casi diez minutos de intentos frustrados, comenzó a preocuparse. Yo estaba intentando contener las lágrimas que amenazaban con escapar de mis ojos. En ese momento, entró mi madre y me dijo:
   —Tamara, ¿me podrías ayudar en algo e ir a comprar pan?, ya que me olvidé. Si no, no va a haber para el almuerzo.
   Asentí con la cabeza y eché una tímida mirada a mi padre que estaba marcando por enésima vez. Él dijo:
   —Voy a intentar una vez más y si no logro conseguir llamaré a Pefectura. Tranquila mi vida. Ahora, andá al almacén que está acá a la vuelta, enfrente de la plaza. El pan de ese lugar es muy rico.
   Tomé la llave y abrí la puerta por primera vez. Crucé el jardín y me dirigí hacia la plaza en donde vi unos hermosos cachorritos que jugaban. Estaba tan distraída observándolos mientras caminaba que choqué bruscamente con alguien y juntos caímos al suelo.
   Cuando levanté la vista, pude ver a un muchacho íntegramente vestido de negro. Sus profundos ojos grises me miraban con fastidio. Se acomodó su lacio y oscuro cabello. Se sacudió la ropa y extendió su mano hacia mí para que pueda incorporarme.
   Tomé su mano y le supliqué:
   —Perdoná. No te vi. Estaba distraída. No fue mi intención...
   Dibujó una media sonrisa en su pálido rostro y sin decir palabra alguna se marchó, dejándome sola y abochornada.
   Después de comprar el pan, mientras volvía a cruzar la plaza, vi a mi abuela parada en la esquina. Me saludó desde lejos y dobló en dirección a mi casa. Corrí, tratando de alcanzarla, pero al llegar, ya no estaba allí. Pensé que debía haber entrado en casa.
   Abrí la puerta y la llamé:
   —Abuela... Abuela... — ,pero enmudecí al ver la triste imagen de mi padre llorando y abrazando a mi mamá. Definitivamente, mi abuela no se encontraba allí.
    Con voz tenue pregunte:
   —¿Qué pasa?
   Mi madre casi en un suspiro respondió:
   —Nos informaron los hombres de Prefectura que encontraron la lancha de tu abuela con sus zapatos y su cartera en medio del Río de la Plata. En la cartera había una nota que decía: "No culpen a nadie. Esta es mi última decisión. Los amo. Cuídense".
   No podía ser cierto. Mi abuela estaba viva. Yo acababa de verla y ella me había saludado.
   —Pero, yo la vi mamá. La abuela está bien. Tiene que estar bien, si venía para acá...
   Mí mamá me interrumpió:
   —Tamara, debe haber sido tu imaginación. No tuvo tiempo de haber llegado y… la nota... Repitió la historia de su madre....
   Rompí a llorar dejando caer en el suelo la bolsa con el pan. Recordé la carta que me había dejado. Ella había ido a buscar el amparo de los elementales del agua.
   Subí corriendo las escaleras y me encerré en mi habitación. Abracé a Samanta y leí la carta unas cien veces.
AUTORA: ALEJANDRA ABRAHAM

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